¿Dios convertido en hombre u hombre convertido en Dios?

Estimados librepensadores. El tema de hoy es delicado y puede ofender sensibilidades, pero creo que en pleno siglo XXI no debe haber temas tabúes a la hora de debatir distintas posturas, máxime cuando este ya era un tema de amplio debate y controvertidas opiniones en el siglo primero de nuestra era. En todo caso, los creyentes en los dogmas de la Iglesia encontrarán aquí la oportunidad de afinar sus creencias y apoyarlas justificadamente.

El post de hoy lo he basado en las páginas 381-402 del libro La invención de Jesús de Nazaret, por Fernando Bermejo, filósofo especializado en Historia de las Religiones. Este libro parte de la hipótesis, bastante extendida hoy día, de que la toma de conciencia sobre la divinidad de Jesús fue un proceso paulatino, que fue incorporando concepciones ya existentes tanto en el mundo judío como en el mundo pagano. Una muestra de ello ya aparece en mi post sobre Jesús como Hijo de Dios, pero hoy me centraré en esas concepciones no cristianas que tienen tantos paralelos con Jesús.

Comencemos por analizar la conversión de Dios en hombre: ¿es Jesús el primer caso conocido dentro del judaísmo? Las escrituras judías hablan de un "Hijo de Hombre" que baja a la Tierra procedente del ámbito divino. La primera vez que aparece esta expresión es en el capítulo 7 del libro de Daniel, pero a partir de ahí se ha desarrollado la noción en otros escritos. Por ejemplo, en el 1º libro de Henoc (un personaje que, según la tradición judía, fue arrebatado al cielo sin conocer la muerte, y luego descendió para contar y escribir sus visiones) se describe al Elegido o Mesías. Los especialistas no se ponen de acuerdo a la hora de datar el libro, probablemente entre el 50 aC y el 50 dC, con lo que la influencia con el cristianismo pudo ser recíproca, es decir, pudo influir en el cristianismo pero también pudo verse influido por él. Por ejemplo, veamos el siguiente párrafo:

Allí vi al que posee el Principio de los días, cuya cabeza es blanca como la lana, y con él vi a otro cuyo rostro es como de apariencia humana... Pregunté... y me respondió: "Este es el Hijo del Hombre... Él revelará todos los tesoros de lo oculto, pues el Señor de los espíritus lo ha elegido... antes de crearse el mundo y por la eternidad".

Como vemos, este libro -que ciertamente era reconocido solo por una parte de los judíos del siglo primero- desarrolla la figura del Hijo de Hombre que aparece de forma escueta en el libro de Daniel atribuyéndole ciertas características divinas (eternidad, impartir justicia, etc) lo que abre el paso para identificar a Jesús con la divinidad. Desde luego, estas osadas afirmaciones se mantenían dentro del monoteísmo, ya que en todo momento este Hijo del Hombre no actuaba por su cuenta, sino de forma subordinada a Dios (ver mi post donde explico la postura subordinacionista que defendía el presbítero Orígenes de Alejandría).

Esto nos lleva al tema opuesto: ¿el Jesús el único humano del que se afirma su divinidad? Desde luego que no, en el mundo grecorromano, pero incluso también en la cultura judía. Por ejemplo, el rey de Judea, Herodes Agripa I murió repentinamente en el año 44 dC, cuando, vestido con vestidos refulgentes, era aclamado como dios por el pueblo. Esto lo cuenta el historiador Josefo, que ve en este acontecimiento un castigo divino, por su arrogancia, ya que el judaísmo se enorgullece de ser estrictamente monoteísta, es decir, de adorar a un único Dios. Sin embargo, esto conlleva el problema filosófico de cómo un ser trascendente e inmaterial puede interaccionar con los seres humanos y el mundo material en general. Son varias las soluciones ofrecidas por los autores de los escritos sagrados. En algunos escritos poéticos y sapienciales, la Sabiduría aparece en forma personificada (Proverbios 1 20), aunque lo más frecuente es que Dios se aparezca en forma de ángel (ver mi post sobre el diablo) o que hable por boca de algún profeta o patriarca. 

Este último caso es el que guarda más similitud con Jesús, ya que a veces a estos seres humanos excepcionales se les llama "dioses" o "hijos de Dios". Por ejemplo, en Éxodo 7 1 Dios le anuncia a Moisés: "Yo te hago un dios para el Faraón". Desde luego, nunca se piensa que Moisés pueda estar a la altura de Dios, sino que éste le concede algunos poderes, lo que le hace entrar de algún modo en la esfera divina. Esto se ve más claramente en los escritos apócrifos del Antiguo Testamento (escritos que no fueron incluidos en el canon de la Biblia Hebrea), como el libro de la Asunción de Moisés, contemporáneo de Jesús (escrito a comienzos del siglo I), en el que se afirma que Moisés fue "preparado desde el principio del mundo para ser mediador". Cuando Josefo narra la muerte de Moisés (en Antigüedades Judías) dice que fue arrebatado a los cielos mientras conversaba con Josué y Eleazar, aunque posteriormente en el libro del Deuteronomio 34 5 (escrito por el propio Moisés, según la tradición) él mismo consignó que murió, para que nadie se atreviera a decir de él "que había regresado a la divinidad". De todos modos, el propio libro del Deuteronomio indica que la tumba de Moisés nunca fue conocida, lo que contribuía a su leyenda de "hombre elevado al cielo". Así pues, la exaltación de Jesús al ámbito divino no supuso, en principio, un quebrantamiento del monoteísmo judío, por lo que pudo ser aceptado por muchos judíos profundamente religiosos. De hecho, en la Transfiguración, a Jesús se le aparecen Moisés y Elías, ambos exaltados a la esfera divina según la tradición judía.

Si esto se decía en el mundo judío, mucho más en el mundo griego. El auditorio del predicador Pablo de Tarso no veía inédito que un ser humano se identificara con un dios. A pesar de que a algunos filósofos como Plutarco (siglo I) les pareciera inverosímil que la naturaleza divina pudiera mezclarse con la naturaleza humana, lo cierto es que todos los dioses griegos tenían forma humana y, además, con frecuencia se otorgaba culto divino a héroes humanos. Sin ir más lejos, a Pablo y Bernabé quisieron exaltarlos como dioses después de su predicación en Listra (Hechos 14 12). Por otro lado, de Alejandro Magno y de Apolonio de Tiana se decía que habían sido hombres de naturaleza mayor que la humana (Plutarco, en Vida de Alejandro, y Filóstrato, en Vida de Apolonio de Tiana), del médico Hipócrates se decía que era descendiente de Asclepio (Esculapio para los romanos), de Teseo se decía que se había aparecido en la batalla de Maratón para ayudar a los atenienses, etc. Sin embargo, estos "humanos divinizados" nunca se ponían a la altura de Zeus y los restantes dioses "por naturaleza", sino que eran englobados en una segunda categoría de dioses, tal como Heracles (Hércules para los romanos) "que por su virtud fueron despojados de su naturaleza mortal" (Cicerón, parafraseando a Aristóteles). Es decir, es el poder benéfico hacia la humanidad lo que a menudo explica la divinización de estos seres singulares. A estos seres humanos se les dotó de "inmortalidad", entendida ésta en sentido laxo como una vida eterna después de la muerte, y a este proceso se le llamaba "exaltación", que es justo la palabra que usa Pablo en su carta a los Filipenses 2 9: "Se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte... Por lo cual Dios le exaltó..."

Hércules en el jardín de las Hespérides, catacumbas de Roma

Es muy interesante el paralelismo entre Heracles/Hércules y Jesús. Heracles era el héroe más popular de la Antigüedad grecorromana, y su leyenda era necesariamente conocida por los oyentes de la predicación cristiana. Su apoteosis o elevación al Olimpo se consideraba fruto de la entrega y obediencia con la que había realizado los doce trabajos marcados por Zeus, con los que venció las fuerzas malignas e instauró la paz en el mundo. Este paralelismo constituyó un problema teológico, abordado por Justino, Orígenes y otros teólogos, y fue reflejado en las pinturas de las catacumbas de la Vía Latina en Roma.

Para terminar, analicemos la analogía que también puede encontrarse entre el culto al emperador romano y Jesús. Para los romanos, la divinidad era más una cuestión de dignidad y poder que de naturaleza, lo que permitía que con facilidad se considerara "dioses a los amados de los dioses" (Ovidio), por supuesto no al mismo nivel que Júpiter y el resto de dioses eternos, pero sí merecedores de la misma veneración. Por varios testimonios escritos podemos saber que la divinidad no era considerada como algo absoluto, ya que se habla de "deificar aún más" al divino Augusto (inscripción en Mitilene, isla de Lesbos) o de dioses que mueren por falta de servicio litúrgico (Varrón). Esta veneración era muchas veces espontánea, celebrándose festivales y procesiones en lugares alejados del Imperio, y no precisamente con afán de conseguir el favor del emperador, sino como agradecimiento a su labor evergética o benéfica. A veces se consideraba que los emperadores eran más dignos de veneración que los propios dioses por la paz y prosperidad que habían traído a su pueblo (decreto aparecido en la isla de Cos), como el emblemático emperador Augusto, que fue alabado incluso por el judío Filón de Alejandría por haber mantenido cincuenta años de pax romana. Este emperador incluso fue llamado "hijo de dios" en vida, ya que su padre adoptivo fue Julio César, declarado dios tras su asesinato. Además, se decía que su madre había sido visitada y fecundada por el dios Apolo. No es de extrañar, entonces, que al predicar sobre Jesucristo se exaltaran los milagros que había realizado en favor del pueblo, y que los paganos conversos le ofrecieran veneración de forma espontánea. Tampoco es de extrañar que, aunque Pablo y Marcos no hicieron ninguna referencia en sus escritos, la concepción virginal de María se fue imponiendo a lo largo del siglo II, como algo propio de un "hijo de Dios" (ver mi post sobre los hermanos de Jesús).

En resumen, y en mi modesta opinión, Jesús fue aceptado rápidamente por sus discípulos como el Hijo del Hombre que tenía que venir de parte de Dios, y como no había completado aún su misión, también aceptaron que tenía que retornar una segunda vez. Cuando los paganos escucharon la predicación también admitieron sin rechazo que había sido elevado a la divinidad por sus méritos y que desde allí intercedía por toda la humanidad, a semejanza de los héroes.

Por supuesto que el tema no está cerrado, son sólo unos apuntes. Me encantaría recibir vuestras aportaciones o preguntas. 





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