¿Por qué expulsó Jesús a los mercaderes del Templo?

Buenos días, curiosos investigadores. La expulsión de los mercaderes, también llamada "Purificación del Templo", parece entrar en contradicción directa con la doctrina no violenta de Jesús. Algunos autores (Fernando Bermejo, por ejemplo) de hecho postulan que la doctrina de Jesús no excluía cierta dosis de violencia, que los evangelistas se encargaron de matizar, en la medida de lo posible, siempre que no contradijera los hechos bien conocidos por todos. Precisamente, el llamado criterio de dificultad apoyaría la veracidad de este hecho, ya que los evangelistas no hubieran inventado un acto violento que parece enfrentarse con la idea más extendida sobre Jesús.

Comencemos por el texto de Marcos 11 15-17, el más antiguo, muy similar a Mateo 21 12-13:

"Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos! » Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina." Marcos, 11 - Biblia Católica Online

La versión abreviada de Lucas 19 45-46 corresponde a lo marcado en negrita. No es este el único pasaje que Lucas y Mateo abrevian o eliminan, cuando parecen chocar con la imagen que quieren transmitir de Jesús (ver mi post sobre los parecidos y diferencias entre los tres evangelios sinópticos)

Este pasaje se encuentra justo después de la "entrada triunfal en Jerusalén", y según en evangelista ocurrió al día siguiente. Recordemos que los sinópticos sólo consignan una única subida a Jerusalén en toda la vida pública de Jesús, mientras que el evangelio de Juan recoge al menos tres celebraciones de Pascua, y la expulsión de los mercaderes habría ocurrido en la primera de las subidas (para más contradicciones, ver mi post).

Maqueta del Segundo Templo, edificado por Herodes el Grande

La edificación del Templo era magnífica en el punto más alto de Jerusalén, según lo describe Jose Antonio Pagola en Jesús, Aproximación Histórica (2013), visible desde lejos cuando los peregrinos se acercaban. Desde varias puertas se podía acceder al Patio de los Gentiles, que rodeaba al recinto sagrado. En una esquina del patio, las torres de la Fortaleza Antonia vigilaban que todo se desarrollara con tranquilidad, o de otro modo los soldados romanos intervendrían rápidamente. Para acceder al edificio central, era necesario atravesar la Puerta Hermosa, la cual no podían franquear los no judíos, ni tampoco los enfermos, ciegos o tullidos. En primer lugar se llegaba a un pequeño patio, llamado de las Mujeres, pues éstas no podían entrar a través de la siguiente puerta, la de Nicanor. Solo los varones pasaban al Patio de Israel, y presentaban sus ofrendas a los sacerdotes por encima de una valla. Esta valla rodeaba la zona del altar -donde se ofrecían los sacrificios- y del recinto cubierto -donde se guardaban los tesoros- en la que solo estaba permitida la presencia de los sacerdotes.

Según Flavio Josefo, el conjunto de sacerdotes y ayudantes al servicio del Templo podía superar las 20 000 personas, que vivían a costa de los tributos y donaciones del pueblo. Seguramente tal multitud de "enchufados" era mal vista por el pueblo, sobre todo porque colaboraban estrechamente con la autoridad romana para mantener el statu quo. De hecho, el prefecto romano tenía potestad para nombrar y destituir al Sumo Sacerdote. Para colmo, Herodes el Grande había nombrado familias sacerdotales a sus amistades de Babilonia y Egipto, al margen de los saduceos que se consideraban los legítimos descendientes del Sumo Sacerdote Sadoc, aumentando así el desapego social hacia la casta sacerdotal. El ambiente era proclive a las revueltas, ya que incluso Marcos registra un motín en el que participó Barrabás (Mc 15 7), dejando abierta la posibilidad de que fuera el mismo motín provocado por la acción de Jesús al volcar las mesas.

En opinión de Bermejo (2018, La Invención de Jesús de Nazaret, páginas 277ss), la escena de la expulsión de los mercaderes es increíble tal y como se suele entender. La extensa plataforma que rodeaba el Templo era enorme, unos 144.000 m2, ya que fue creada por Herodes el Grande para acoger a los peregrinos y a los visitantes extranjeros que acudían a admirar su obra de restauración del Lugar sagrado. Los puestos de cambio de moneda eran necesarios para pagar el tributo de medio Shékel, moneda extranjera que era la única aceptada, y seguro que habría muchos puestos distribuidos por toda la columnata que rodeaba al Templo en sí. También habría muchos puestos de venta de animales para el sacrificio: recordemos que los animales debían cumplir unas condiciones estrictas, por ejemplo, ser puros y sin defecto, lo cual era garantizado por los vendedores que estaban establecidos en el Atrio de los Gentiles. Para los peregrinos era más cómodo comprarlos allí, y aunque había animales de varios tipos, las palomas que cita Marcos eran la única ofrenda que podían adquirir los más pobres.

Sería imposible para un individuo aislado derribar sin oposición TODAS las mesas de los cambistas y de los vendedores de palomas. O bien fue un acto subversivo en el que participaron muchas personas, o bien fue un acto simbólico, realizado en algún rincón lejos de los guardias del Templo y de los soldados romanos, de modo que les dio tiempo de escabullirse antes de que los apresaran. Los evangelios consignan que los sumos sacerdotes (entiéndase, el Sumo Sacerdote y la casta dominante) no se atrevían a apresarlo en pleno día, temiendo un alboroto, pues se supone que eran muchos los simpatizantes de Jesús. En opinión de Antonio Piñero, el ataque de Jesús no fue un acto pacífico sino dirigido contra la élite que organizaba los sacrificios en el Templo. No cree que Jesús tuviera tiempo de agregar algunas enseñanzas, como aparecen en Mc 15 17, sino que éstas fueron interpoladas, porque Jesús tuvo que huir rápidamente para no ser detenido. Y opina que tuvo que producirse un alboroto, al recibir el apoyo de muchos partidarios, lo que impidió una acción sangrienta.

En todo caso, ¿cuáles eran las intenciones de este acto simbólico de Jesús? Los cambistas de monedas y los vendedores de palomas eran necesarios para el funcionamiento normal del Templo, por lo que parece que su acción iba dirigida contra el todo sistema sacrificial, del que se beneficiaban tantos parásitos sociales. Esta doctrina sería bien acogida por el pueblo llano, y de ahí probablemente que dirigiera su actuación hacia los vendedores de palomas -sacrificio ofrecido por los más pobres- y no de otro ganado de más valor -ofrecido por los más pudientes-. La actuación contra los cambistas supondría una oposición al pago anual del medio Shékel, sumándose a las demandas de los esenios de Qumrán, y no sólo porque el Shékel simbolizaba la alianza con el paganismo -por el águila y la cabeza de Hércules que en él aparecían- sino por representar la explotación de los más pobres. Además, esto explicaría por qué Jesús suponía un peligro real para la estabilidad social y, sobre todo, para la casta sacerdotal dominante.

Desde luego, el evangelista Marcos presenta otra versión, con Jesús anunciando con este hecho el fin del judaísmo del Segundo Templo, literalmente. Esta idea parece que viene apoyada por el empleo de la palabra griega katastrefo para expresar lo que Jesús hizo con las mesas, la cual evoca fácilmente una destrucción apocalíptica del Templo. Pero el evangelio de Marcos fue escrito hacia el año 70 dC, lo que significa que la destrucción del Templo ya era inminente, y pudo considerar conveniente incluir en su evangelio este hecho como una profecía ex eventu de Jesús. Marcos también incluye otras referencias a la caducidad del Templo, como que el velo del Templo se rasgó en dos cuando Jesús murió (Mc 15 38), por lo que esta interpretación encaja con el contexto.

Sin embargo, no parece que Jesús quisiera la desaparición total del Templo, sino su sustitución por un sistema más justo. Su afirmación "Destruid este santuario y en tres días lo reconstruiré" (Juan 2 19) parece que fue interpretada literalmente, al menos en principio (Juan 2 20), y solo después de la muerte de Jesús (Juan 2 22) se empezó a vislumbrar un sentido más espiritual. Los monjes de Qumrán adoptaban, en cambio, una postura mucho más radical, acusando al Templo de corrupción y proclamando que la Comunidad de Creyentes podía albergar a Dios como un Templo (ver mi post sobre Qumrán), en espera de que se implantara el Reino de Dios y fuera renovado todo el orden social.

Desde luego, Fernando Bermejo (op. cit.) no está de acuerdo con la interpretación tradicional de los evangelios, en el sentido de que Jesús quería fundar una religión nueva y romper con el judaísmo centrado en el Templo. Bermejo dibuja más bien a un Jesús de corte revolucionario, arrestado por el poder romano por este motivo (como expuse en mi primer post). Y aporta dos argumentos decisivos de que Jesús nunca quiso romper radicalmente con la religión judía de su tiempo, sino solo mejorar algunos aspectos:

1. En Mateo 5 23-24, Jesús instruye a sus discípulos sobre el modo de presentar ofrendar agradables a Dios ante el altar del Templo: "Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda."

2. En Mateo 23 2, Jesús afirma que Dios habita en su Templo: "Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita."

Por si fuera poco, sus discípulos continuaron asistiendo al Templo después de su muerte (Hechos 2 46-47 por ejemplo).

Para terminar, se han presentado otras interpretaciones de la expulsión de los mercaderes del Templo: 

  • que Jesús reivindicaba que los no judíos también pudieran orar a un único Dios en el Templo; 
  • que a Jesús le parecía que el Atrio de los Gentiles no era el lugar adecuado para comerciar; 
  • que Jesús protestaba por los abusos al cobrar elevados intereses en el cambio de moneda o un excesivo precio por las palomas;   
interpretaciones no exentas de imaginación, pero poco sustentadas, y con la única finalidad de reconciliar este acto violento con la doctrina actual de la Iglesia. Sanders, Crossan, Wright y otros analistas bíblicos actuales, a pesar de todo lo dicho, se inclinan por respetar la versión presentada por los evangelistas: que fue un acto simbólico de renovación de una religión corrupta; que en aquel tiempo, esta interpretación simbólica no fue captada sino literalmente, lo que suscitó el temor de la casta sacerdotal, que convenció al poder romano de que Jesús era un peligroso subversivo. Mi opinión es que si Jesús quiso hacer un acto simbólico, ¡desde luego se parecía mucho a un acto subversivo!

Espero haberos dado motivo de reflexión. Un saludo. Hasta la próxima.






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