¿Por qué se parecen tanto los tres evangelios sinópticos?

Buenos días, queridos buscadores de la verdad. El tema de hoy es muy interesante, porque vamos a descubrir las intenciones de los redactores de los tres evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. El evangelio de Juan es de una naturaleza muy distinta, y merece ser tratado en otro post, aparte de que ya de por sí el tema de hoy es suficientemente largo.


Sinóptico
viene del griego que significa "con un solo ojo" y se llaman así porque son muchos los parecidos entre los tres. De hecho hay secciones que son prácticamente iguales, con pequeñas diferencias. Sin embargo, hay escenas que solo son relatadas por uno de los evangelistas. Lo mejor para hacer este estudio es utilizar un libro como "Sinopsis de los evangelios" (de Alonso y Vargas-Machuca, editado por la Universidad Pontificia) en la que se ven los tres evangelios en paralelo, en tres columnas verticales. La crítica -independiente de la doctrina de la Iglesia- ha querido descubrir en esas pequeñas diferencias bajo qué circunstancias se escribió cada evangelio, cuáles eran sus destinatarios y cuáles eran las ideas principales que cada redactor quería transmitir. He de decir que este análisis se ha hecho desde el estricto punto de vista de la lógica histórica y filológica, sin ideas preconcebidas. Aún así, muchos teólogos aceptan estas conclusiones, al menos en su mayor parte.

En primer lugar, los estudios filológicos nos dicen que los tres evangelios fueron escritos originalmente en griego, incluso el evangelio de Mateo, a pesar de que Papías de Hierápolis, en el siglo II, en una obra hoy perdida, afirmaba que fue escrito en arameo. Papías también afirmaba que el evangelio de Mateo fue el primero en ser escrito, mientras que hoy hay casi total unanimidad en que el de Marcos es el evangelio más antiguo. O bien Papías no estaba bien informado o bien se refería a otro "evangelio de Mateo" más antiguo y en arameo, del que no hay rastro. No es de extrañar el uso del griego, que en el siglo primero, era el idioma "internacional" en la mitad oriental del Imperio (e incluso era la lengua culta en Roma), como podría ser hoy el inglés.

El Evangelio de Marcos es también el más breve y tanto Mateo como Lucas hacen uso de él. Las coincidencias son tan notables que es evidente que Mateo y Lucas escribieron con el evangelio de Marcos por delante, ya que es imposible que fueran escritos de memoria, repitiendo una tradición oral. Pero, por otra parte, amplias secciones de Mateo y Lucas también coinciden casi al pie de la letra entre sí, aunque no aparecen en el evangelio de Marcos. Esto ha llevado a la mayoría de investigadores a concluir que Mateo y Lucas también usaron la llamada Fuente Q que es hipotéticamente una colección de dichos o frases pronunciadas por Jesús, apenas sin contexto, muy similar al evangelio de Tomás, un evangelio completo encontrado en 1945 en Nag Hammadi (Egipto). Este descubrimiento ha aportado mucho al conocimiento del cristianismo primitivo, pero debo relegar los comentarios a un futuro post.


Analicemos en primer lugar el evangelio de MARCOS. Probablemente fue escrito después de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 dC, ya que en ese momento se desató una persecución general contra los judíos en todo el Imperio, y Marcos parece que quiere dejar claro, repetidamente, que el cristianismo es una religión distinta al judaísmo, por ejemplo cuando insiste en que los judíos son los responsables (moralmente) de la muerte de Jesús. Si bien admite (no se puede negar) que los romanos mataron a Jesús, Marcos se esfuerza por exculparlos.

La pasión. muerte y resurrección de Jesús ocupan casi la mitad del evangelio de Marcos, y tienen un estilo redaccional muy coherente y distinto de la primera parte de su evangelio, lo que hace pensar a los estudiosos que ya circulaba en aquella época un "relato de la Pasión" que Marcos utilizó, junto con una colección de "escenas" que seguramente circulaban en aquella época en hojas sueltas, y que Marcos ordenó de forma más o menos cronológica. Esas hojas sueltas seguramente eran notas que los primeros predicadores llevaban para apoyarse, y que cada uno fue escribiendo según lo que recordaba. Al copiarse y recopiarse, el relato iba cambiando, añadiendo o alterando algún detalle, lo que explica que a veces encontramos en los evangelios escenas duplicadas, esencialmente iguales pero distintas en el detalle.

Después del año 70 dC, como ya dijimos en otro post, el judaísmo tiene que recomponerse como una nueva religión "sin Templo" donde la Sinagoga y los Rabinos ocupan el papel central. Los fariseos son los únicos supervivientes del desastre y Marcos pone en boca de Jesús numerosos "diálogos polémicos" con ellos, cuando ya hemos explicado que la doctrina de Jesús es similar a la de algunos rabinos fariseos (como Hillel), que lejos de ser una corriente homogénea, tenían distintas tendencias dentro de ellos y les gustaba mucho polemizar. Jesús discute con los fariseos sobre la interpretación de la Ley como cualquier otro fariseo de su tiempo, pero Marcos está interesado en marcar las diferencias.

Marcos también incluye muchos milagros en su evangelio. En aquella época, en el mundo pagano, circulaban historias de "hombres divinos" (taumaturgos-curanderos, ascetas, consejeros...) que iban de una ciudad a otra, y su fama era debida a la cantidad de hechos milagrosos que se les atribuían. Marcos quiere demostrar que Jesús es "tan divino o más" que esos hombres tan conocidos, como Apolonio de Tiana, con lo cual parece claro que su evangelio iba dirigido al mundo pagano. Además, Marcos se esfuerza por explicar las costumbres judías y traduce las palabras arameas que utiliza.

El discurso apocalíptico de Marcos 13 hace ver, en primer lugar, que el evangelista esperaba el pronto regreso de Jesús, envuelto en cataclismos, y en segundo lugar, que el evangelio fue escrito DESPUÉS de la destrucción del Templo. Aunque esto último es opinable, está apoyado por la parábola de los "viñadores homicidas" de Mc 12 1-12, en la que se habla de "aniquilar la viña y entregarla a otros", en clara alusión a la tierra de Israel arrasada, cosa impensable unos años atrás.

Una parte de las cartas de San Pablo es la única porción del Nuevo Testamento anterior al evangelio de Marcos, y es probable que éste las conociera. Marcos está de acuerdo con Pablo de Tarso en que lo crucial de la vida de Jesús es su muerte y resurrección, pero considera que los dichos y los hechos de Jesús durante su vida mortal también tienen trascendencia, por lo que se propone escribir un relato "biográfico". Sin embargo, Marcos prescinde del nacimiento e infancia de Jesús, lo cual es algo insólito en una "biografía" de la época, sea porque lo desconocía o porque lo considera sin importancia en relación con su carácter mesiánico.

Marcos resalta sin embargo que Jesús no es el Mesías que esperaban los judíos, que ya hemos descrito en otro post, sino un mesías sufriente al estilo del Cuarto Canto del Siervo de Isaías 53  -aunque no lo cite expresamente- lo que casa perfectamente con la teología paulina de Jesús como "víctima propiciatoria perfecta" por nuestros pecados. También en la línea de Pablo, Marcos presenta a Jesús como un salvador universal (Mc 13 10), pacífico y sin interés en la política, que no supone ninguna amenaza para el Imperio. En cambio, esta "desjudaización" de Jesús no supone una ruptura radical con la Ley de Moisés, como aparece en los escritos de Pablo.

Marcos cree que Jesús, como gran profeta, conocía su propio destino, pero para explicar la reacción de los discípulos durante la pasión, los presenta como incrédulos y torpes para entender el tipo de Mesías que era Jesús, y eso que -según Marcos- Jesús les reveló "en secreto" que él era el Mesías que debía padecer y resucitar (aunque esto es poco verosímil). Así mismo, deja en mal lugar a los parientes de Jesús, entre los que se encontraría Santiago el Hermano del Señor. Por ello, es poco probable que -como afirma Papías de Hierápolis- el autor de este evangelio sea el Juan Marcos que se conoce por ser discípulo de San Pedro y acompañar a San Pablo en sus viajes (Hch 12 12 y otros), ya que las ideas de Marcos son más próximas a Pablo que a Pedro. Tampoco es seguro que el "joven envuelto en la sábana" de 14, 51 sea el propio autor, como se dice, sino que más bien parece un cristiano de segunda generación, desconocedor de la geografía de Galilea cuando dice "salió de Tiro y bajó a Sidón, pasando por la Decápolis" (Mc 7 31). Tiro y Sidón están en la costa, muy cerca, y la Decápolis está al interior, al otro lado del lago de Galilea. La crítica independiente opina que este evangelio es en realidad anónimo, puesto bajo la autoridad de un discípulo de renombre.


Pasemos al evangelio de MATEO, que copia a Marcos (aparte de otras fuentes), pero retocándolo, cambiándolo de orden y completándolo. De los retoques podemos deducir mucho de la intencionalidad del autor, pero sobre todo el hecho de que un autor corrija a otro casa mal con la "inspiración divina" de cada palabra escrita en los evangelios.

Para empezar, Mateo introduce dos largas secciones nuevas, al principio y al final. Para estas secciones parece basarse en tradiciones orales que ya circulaban. Mateo aprecia que la divinidad de Jesús no queda patente sin explicar su milagroso nacimiento (algunos pensaban que Jesús era Hijo de Dios por adopción y no por naturaleza) y, por otra parte, también parecen insuficientes las escasas noticias que da Marcos sobre la resurrección de Jesús (El final de Marcos, cap. 16 9-20, es sin duda una adición posterior, que no pertenece al evangelio original de Marcos).

Mateo también omite o cambia de Marcos aquellos detalles que pueden hacernos inclinar hacia un Jesús más humano, por ejemplo en Mc 5, 30-31 (corregido en Mt 9 22) se duda de la omnisciencia (divina) de Jesús, y en Mc 6 5 (corregido en Mt 13 58) parece que Jesús no era capaz de hacer milagros por sí mismo. Escenas demasiado pintorescas y poco serias de Marcos (Mc 5, 1-17 y Mc 5 21-23) son resumidas (Mt 8 28-34 y Mt 9 18-26 respectivamente). Mateo también aminora la crítica a los discípulos que aparece en el evangelio de Marcos, que ahora ya tienen algo de fe, aunque escasa (comparar Mt 8 26 con Mc 4 40), y omite la crítica a los parientes de Jesús. En Mt 14 33 los discípulos ya reconocen que Jesús es el Hijo de Dios.

El evangelio de Mateo desea ser, sobre todo, una guía para catequistas y maestros de la Iglesia. Está lleno de citas del Antiguo Testamento y presenta la escena de la fundación de la Iglesia en Mt 16 16, expandiendo la base de Marcos. La palabra Iglesia la toma del griego Ekklesia que aparece en la Biblia traducida al griego -versión de los LXX- en referencia a la asamblea de Israel en el desierto. Es decir, Mateo presenta a los cristianos como los verdaderos herederos de Israel, toda vez que el Templo ha sido destruido y el judaísmo se está reestructurando sin tener en cuenta para nada a Jesús.

Mateo se dirige sin duda a una comunidad donde hay muchos judíos convertidos al cristianismo (probablemente de fuera de Israel, quizás Antioquía), por lo que su ruptura con la Ley de Moisés es más de fondo que de forma. En efecto, en boca de Jesús se dice: "No he venido a abolir la Ley y los Profetas" pero también las famosas antítesis: "Habéis oído que se dijo... Pues yo os digo..." de Mt 5 21-48. Esta contradicción es difícil de resolver, aunque podemos pensar que Mateo se opone al mero cumplimiento externo de la Ley, que no tenga en cuenta el "precepto del amor". [También podemos interpretar que Mateo se opone a una versión "libertina" de la "justificación por la fe" que aparece en las cartas de San Pablo.] En la misma línea, Mateo es cuidadoso de no ofender el monoteísmo de los judeocristianos a los que se dirige, y siempre presenta al Padre como superior al Hijo: "Se me ha dado todo poder..." (Mt 28 28) y "Todo me ha sido entregado por mi Padre..." (Mt 11 27). Este subordinacionismo será superado muchas décadas más tarde con el dogma trinitario, pero aquí estamos aún lejos.

El evangelio de Mateo se escribe entre el año 80 y 90 dC, la época en la que surge el judaísmo rabínico actual, ya que en la época de Jesús los rabinos no eran una institución reglamentada. Así se entiende que Mateo advierta a los que se quieran unir al nuevo judaísmo restaurado, en boca de Jesús: "Vosotros no os hagáis llamar rabbí -maestro-...".

Con respecto a la segunda venida de Jesús, que parece retrasarse, Mateo la interpreta como la voluntad de Dios, para dar ocasión a que el evangelio se predique por todo el mundo. El anuncio de la destrucción del Templo se presenta como un castigo divino contra un pueblo "deicida" -asesino de Dios- en Mt 21 43.


Y ya, para terminar, echémosle un ojo al evangelio de LUCAS. Este evangelio tiene una segunda parte, escrita varios años después, que son los Hechos de los Apóstoles. El empalme es imperfecto, puesto que en el evangelio Jesús asciende al cielo el mismo día que resucita, mientras que en los Hechos hay un lapso de 40 días, tiempo que parece necesario para que Jesús transmita a sus discípulos muchas ideas sobre su naturaleza y sobre la organización de la Iglesia.

Si bien el evangelio de Lucas fue escrito en la misma época que el de Mateo, se ve que lo hizo de forma independiente, sin conocerlo, por las contradicciones que hay entre ellos, a pesar de basarse principalmente en las mismas fuentes: el evangelio de Marcos y la fuente Q. Los relatos del nacimiento y la infancia de Jesús (comparar por ejemplo las genealogías de Mateo y Lucas), así como las apariciones del resucitado son difícilmente compatibles. Se explica porque provengan de distintas tradiciones orales, y ya sabemos que las tradiciones orales deforman el mensaje, normalmente añadiendo detalles pintorescos o exageraciones.

Lucas respeta más que Mateo el orden de sus fuentes originales, si bien hace dos intercalaciones: la pequeña intercalación de Lc 6 20 a 8 3, y la gran intercalación: el larguísimo viaje a Jerusalén de Lc 9 51 a 18 14, totalmente inverosímil. Según los sinópticos, Jesús solo visitó Jerusalén una vez al final de su vida pública, mientras que el evangelio de Juan describe TRES Pascuas, por lo que su vida pública debió durar cerca de tres años. Probablemente Lucas quería que su evangelio cupiera en solo dos rollos de papiro, por lo que sus intercalaciones procedentes de material propio le obligaron a suprimir desde Mc 6 1 hasta Mc 9 50 para hacerle sitio.

En otros muchos aspectos, Lucas sigue las mismas intenciones de Mateo: asegurar que Jesús es un mesías pacífico, en cumplimiento del Antiguo Testamento, que la mayoría de los judíos lo han rechazado y que el retraso de la parusía es para permitir el anuncio del evangelio a todas las naciones. Lucas reduce y adapta el apocalipsis de Mc 13 para que no parezca que el fin del mundo es tan inminente.

Con respecto a la teología paulina, Lucas no insiste tanto en el carácter salvífico de la muerte de Jesús, sino en la gran noticia de la Resurrección. En oposición a Mateo, Lucas señala que la tumba ya estaba abierta cuando llegaron las mujeres y niega que éstas hayan visto a Jesús resucitado en las cercanías de la tumba. Pero lo más sorprendente es que Lucas no relata las apariciones en Galilea (mientras que para Marcos, todas ocurren allí: "Id y decid a sus discípulos que vayan a Galilea, allí le veréis." Mc 16 7 - El resto del capítulo es adición), sino que todas ocurren en Jerusalén. Para los creyentes, estas diferencias son la PRUEBA DE LA VERACIDAD, puesto que una uniformidad "parecería artificial". Por mi parte, dejo libertad de interpretación a los lectores.

Analizando la obra de Lucas en su conjunto (evangelio + hechos) Jerusalén parece que tiene un significado simbólico, puesto que de las 110 veces que aparece citada esta ciudad en el Nuevo Testamento, la mayoría (91) pertenecen a Lucas. Así pues, Lucas no es un historiador tan riguroso como anuncia en el inicio de su evangelio, sino que subordina la geografía a la teología. Para Lucas, la Buena Noticia parte desde Jerusalén para el mundo entero, especialmente Roma. Es como decir que, debido al empecinamiento de los judíos, la salvación se expande por el mundo entero, idea típicamente paulina.

Singular y propio de Lucas es también el papel primordial que se le concede al Espíritu de Dios, así como la división de la Historia en tres tiempos. Pero no quiero extenderme más, que ya está resultando muy largo este post.

Simplemente concluir que la obra de los evangelistas está fuertemente influida por su visión teológica y las circunstancias históricas que vivieron, así como sus destinatarios, por lo que a la hora de leer los evangelios no deberíamos tomarlos al pie de la letra.

¡Hasta la próxima!

Como en ocasiones anteriores, para este post me he basado principalmente en el libro "Guía para entender el Nuevo Testamento" de Antonio Piñero, Ed. Trotta (2006).

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