¿Cómo era el Reino de Dios que predicó Jesús?

Queridos incansables e inquietos lectores. Hoy vengo a cuestionar cómo era ese Reino de Dios cuya próxima venida Jesús predicaba insistentemente. Los que ya habéis leído otros post de este blog sabéis que aquí hacemos un análisis de las escrituras SIN CONCEPTOS PREVIOS. Es un análisis alternativo al análisis oficial que parte de unas verdades teológicas heredadas por "tradición" y luego analiza el texto sólo para ver cómo esas verdades son expresadas por los autores (sagrados) y resolver las posibles aparentes contradicciones.

Para hacer este análisis vamos a utilizar las herramientas que utilizan los filólogos e historiadores para analizar cualquier texto histórico. Esta parte es un poco teórica, así que si no te interesa sáltatelo y ve directo al tema principal un poco más abajo. Para considerar que algo que aparece en un escrito antiguo tiene visos de ser cierto (y no es un invento o error del autor) se usan índices como:
  • Patrones de recurrencia: si una expresión se repite en diversidad de fuentes y diferentes formas literarias.
  • Dificultad: si una expresión parece contradecir las líneas generales del escrito podría indicar que el hecho era muy conocido y el autor no lo pudo negar, o quizás descuidadamente no advirtió las consecuencias de su inclusión.
  • Plausibilidad contextual: la afirmación encaja con el contexto histórico
  • Coherencia: la interpretación de la frase casa con la interpretación de otras.
  • Reducción al absurdo: si no se admite esa interpretación, se llega a conclusiones lógicas absurdas.
Este método de los índices se aplica a las afirmaciones disonantes o inesperadas que, leídas al pie de la letra, no casan bien con la interpretación oficial. En otro post desarrollaré más el método, y lo compararé con otros criterios que tradicionalmente se han utilizado para discriminar las afirmaciones más verosímiles de las escrituras, pero ahora quiero pasar al tema del Reino de Dios.

La expresión "Reino de Dios" o su equivalente "Reino de los Cielos" ("Cielos" es una paráfrasis judía de respeto para designar a Dios, y se usa sobre todo en Mateo y en la literatura rabínica) aparece en múltiples ocasiones en los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y de forma marginal en los escritos de San Pablo. A pesar de ello, en ninguna parte se explica su significado, por lo que podemos suponer que era un concepto sobradamente conocido por la audiencia. La expresión aparece también en el libro de la Sabiduría 10 10 (que es unos 100 años anterior a Jesucristo) y en los escritos de Qumrán contemporáneos de Jesús. En la Biblia hebrea, en cambio, apenas aparece, pero sí hay múltiples referencias a Yahvé como Rey o a su trono. El hecho de que el Reino de Dios aparezca mucho más en boca de Jesús que en otros escritos nos indica que esta era una característica peculiar de su mensaje.

Los judíos de la época estaban familiarizados con la promesa bíblica de que Dios librará a su pueblo de los opresores, ya sea mediante prodigios milagrosos o bien a través de un personaje llamado Mesías. La palabra Mesías se ha traducido al griego frecuentemente como Cristo (que significa "ungido"), ya que el Rey era ungido en la ceremonia de intronización con un aceite que simbolizaba la bendición divina, su protección o su Espíritu. Este reinado de Dios, a través de su representante, se esperaba que fuera justo y próspero, a diferencia de los reinados de este mundo, que oprimían de manera despótica al pueblo, por lo que este Reino de Dios era totalmente incompatible con la ocupación romana. Josefo describía esta forma de gobierno como una TEOCRACIA (Teo = Dios, en griego) aunque en la práctica más bien sería una HIEROCRACIA (cuando el gobierno corresponde a la casta sacerdotal).

Había, eso sí, diferencias notables respecto al cuándo y al cómo se iba a implantar este Reino. Los Zelotes (de los que hemos hablado en un post anterior) pensaban que debían contribuir con todas sus fuerzas a acelerar la venida del Reino, aún usando la violencia, y que de ese modo Dios les ayudaría. En cambio, los Esenios eran más bien partidarios de una espera pasiva, ya que estaban convencidos de una venida inminente. Jesús más bien opta por una vía intermedia: hay que ponerse en marcha, dejar familia y hacienda, purificarse de los pecados, reunirse en Jerusalén... y cuando el pueblo esté preparado, entonces Dios actuará.

Este esperado Reino de Dios tendría lugar, sin duda, en la tierra de Israel, según la promesa hecha a Abraham, y tal como reza el Padrenuestro: "Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo." Jesús compara el Reino de Dios con un banquete, y dice que los que no sean dignos serán "echados fuera" (Mc 4 11). También habla de "comer pan en el Reino de Dios" (Lc 14 15) y "comer y beber a mi mesa en mi Reino" (Lc 22 30), expresiones que suelen interpretarse de manera espiritual. Sin embargo, la venida de un reino espiritual interior no tendría por qué suponer una amenaza para el poder terrenal de los romanos. Frecuentemente se dice que sus coetáneos malinterpretaron el mensaje de Jesús, pero esto va contra la lógica. ¿Tan torpes fueron los apóstoles que, en tres años, no se enteraron de que el Reino de Dios era espiritual? En varias ocasiones los apóstoles le manifiestan que esperan la llegada de un Reino terrenal: "Otórganos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria" (Mc 10 35-40); "Nosotros esperábamos que sería él el que iba a liberar a Israel" (Lc 24 21); "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?" (Hch 1 6) etcétera. Cierto que en los evangelios Jesús afirma: "Mi Reino no es de este mundo" pero esto lo dijo en una conversación privada con Pilatos (aparte de la dificultad de que hubiera testigos de esta escena).

¿Por qué no detuvo Jesús a las masas que salieron a recibirle con palmas en el domingo de Ramos, cuya confusión les exponía a la represión romana? Tales signos (palmas y ramos) correspondían a la parusía o entrada de un personaje regio en la ciudad. Por si no estuviera claro, le llamaban "hijo de David" (Mc 11 9-10) porque estaba profetizado que el Mesías sería descendiente de este famoso rey. Y era bien conocida la forma implacable de actuar de la autoridad romana cuando una multitud seguía a un líder mesiánico: las rebeliones de Teudas y de Judas el Galileo acabaron con cientos de crucificados (o miles, según Josefo), unos veinte años antes (Hch 5 36-37).

La pretensión regiomesiánica de Jesús no solo está confirmada por sus seguidores sino también por sus adversarios. Quizá el testimonio más claro sea el famoso titulus crucis abreviado INRI, que significa "Jesús el Nazareno Rey de los Judíos", pero también los soldados que se burlan de él y le ponen un manto color púrpura y una corona de espinas. Hay una escena en la que la multitud quiere hacer rey a Jesús de forma prematura, y Jesús se escabulle (Jn 6 15), pero no aprovecha la oportunidad para aclarar que el Reino que él predica es de una naturaleza diferente. Bien es cierto que todo esto se interpreta como que Jesús sufrió una acusación injusta. Pero los sumos sacerdotes tenían miedo a una represión romana, que solo se producía cuando una multitud seguía a un líder revolucionario. Hubo un profeta (o descerebrado) llamado Jesús ben Ananías que, unos años más tarde (según Josefo), iba por las calles anunciando la destrucción del Templo, pero sin seguidores. Las autoridades se conformaron con azotarlo y dejarlo de nuevo en libertad. En cambio Juan el Bautista, con multitud de seguidores, acabó decapitado.

Hay un pasaje en Lc 17, 20-21 donde Jesús afirma "El Reino de Dios está dentro de vosotros". Este pasaje algunos críticos no lo atribuyen a Jesús, sino como una adición posterior, ante el incumplimiento de la llegada del Reino a la tierra de Israel. De todos modos, aunque se admita su validez, la expresión "dentro de vosotros" en griego también puede interpretarse como "dentro de la colectividad" (de los discípulos). Otro dicho de Jesús que también habla de Reino en presente (no hay muchos) es Mt 12 28//Lc 11 20. En este caso la expresión recuerda a expresiones corrientes como cuando se dice se dice "La tormenta ya ha llegado" en el sentido de que se ve venir de forma inminente.

En efecto, está bastante claro que Jesús anunciaba la llegada del Reino en un corto espacio de tiempo. Hay tres pasajes (Mc 14 25, Mt 10 23 y Mc 9 1) con una estructura similar: "En verdad os digo, no... hasta que..." como por ejemplo: "No habréis acabado de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el hijo de hombre" (personaje misterioso anunciado por el profeta Daniel). Esta afirmación, que parece veraz en virtud del índice de dificultad, puesto que es una profecía incumplida, afirma además que a este Reino de Dios solo están invitados los judíos, pero este es un tema que he de desarrollar más ampliamente en otro post.

En este reino, los doce apóstoles actuarían como una especie de ministros. El número doce representa a las doce tribus, esto es, a la totalidad del pueblo de Israel, incluidas las tribus perdidas debidas a las sucesivas derrotas de Israel a lo largo de la historia. Jesús les promete que se sentarán en doce tronos para juzgar, pero hay que tener en cuenta que los gobernantes de la época también actuaban como jueces, por lo que se puede entender que cada uno gobernaría una tribu.

Y eso es todo por hoy. Soy consciente de que he dado muchas pinceladas, aunque he profundizado poco. Si alguno quiere comentar o preguntar, estaré encantado. ¡Hasta la próxima!

El tema de hoy está desarrollado prácticamente en su integridad de acuerdo con el reciente libro "La invención de Jesús de Nazaret" (2018) de Fernando Bermejo Rubio.

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