¿Qué dice la Historia del Prendimiento y Juicio de Jesús?

Buenos días a todos y feliz Pascua de Resurrección. Hoy me siento obligado a dedicar un post al tema que los cristianos celebramos en la Semana Santa. Mi primer post, en el que hice una declaración de intenciones, lo dediqué a la muerte en cruz de Jesús, hecho que casi nadie pone hoy en duda, sean cuales sean sus creencias. Antes de empezar, tengo que recordar lo que dije allí: que los descubrimientos históricos, aunque no sean seguros al 100%, son altamente probables (tampoco otras ciencias, como la medicina o la física cuántica, son seguras al 100%). A estas pinceladas históricas, cada cual podrá añadirle las creencias que considere oportunas, pero sería absurdo creer algo que la historia desacredita casi por unanimidad.

Los relatos más antiguos de la Pasión que se conservan son los cuatro evangelios, y fueron escritos entre los años 70 y 90 dC, aproximadamente 40 o 60 años después de la muerte de Jesús. Esto hace dudar de su fidelidad, al menos en algunos detalles que parecen corregidos a posteriori según las intenciones del evangelista, como hemos argumentado en otro post. Las cartas de Pablo, aún siendo más antiguas, no hacen referencia a ningún detalle, ya que en la teología de San Pablo (ver mi anterior post) los detalles sobre la vida de Jesús no tienen importancia. Y las fuentes paganas, como el testimonio flaviano de Josefo, tan solo hacen una referencia general.
Anónimo valenciano de 1450. Museo Thyssen.

Partimos, pues, del hecho de que Jesús fue crucificado por los romanos JUNTO A OTROS DOS por delito de laesa maiestas ("lesa majestad": atentado contra la autoridad). Estos dos bandidos, según Marcos y Mateo, insultan a Jesús (Mt 15 32  y Mc 27 44), lo que indica que le conocían. Lucas, por cierto, les contradice diciendo que sólo uno le insulta, y San Jerónimo, siglos más tarde, imaginó que uno de ellos se "convirtió" para aclarar la contradicción. Marcos y Mateo les llaman lestai (bandoleros o bandidos), que San Jerónimo tradujo por ladrones, ya que en el derecho romano se usaba esta palabra para los súbditos rebeldes. Josefo (coetáneo de los evangelistas que se puso del lado de los romanos durante la Primera Guerra Judía) usa en múltiples ocasiones la palabra lestai para referirse a judíos rebeldes que atentaban contra los romanos, pero nunca con el sentido de "salteadores de caminos". Esto ya nos indica que Marcos y Mateo describen la escena del gólgota desde el punto de vista romano. Ahora bien, los romanos acostumbraban a crucificar al cabecilla de una rebelión en el centro. Así pues, estos dos crucificados pudieron ser seguidores de Jesús, que, por haber usado la violencia durante el prendimiento, fueron detenidos, y por ese mismo motivo, fueron rechazados e ignorados por el resto de seguidores de Jesús, los cuales habían captado mejor su mensaje pacifista. Mateo y Marcos incluso omiten que estos dos ajusticiados también fueron hacia el Gólgota portando su cruz, seguramente para destacar más la figura del Mesías.También cabe la posibilidad de que los misteriosos acompañantes de Jesús hubieran sido apresados en otro incidente que cita Mc 15 7, y en el que también fue apresado el famoso Barrabás.

La intencionalidad de los evangelios queda más clara por sus esfuerzos por exonerar de culpa a Poncio Pilato. Lucas incluso le hace decir por tres veces (Lc 22, 4.14.22): "no encuentro delito en este hombre". Harto increíble es que la todopoderosa autoridad romana condenase a un hombre a sabiendas de su inocencia, y más increíble es que liberase a un sedicioso como Barrabás, según una supuesta costumbre de liberar a un preso por las fiestas de Pascua, costumbre que no aparece en ningún escrito fuera de los evangelios. Tampoco aparece fuera de los evangelios la costumbre de poner en la cruz una tablilla con la condena del crucificado como la que acompañaba a Jesús (INRI = Jesús de Nazaret Rey de los Judíos), aunque sí hay testimonios de un ajusticiado que llevaba dicha tablilla colgada al cuello, o portada por uno de los soldados que lo precedían. En todo caso, esto significa que Jesús aspiraba a reinar, como lo confirma uno de los crucificados con Jesús cuando le dice: "Jesús, acuérdate de mi cuando llegues a tu reino". Recuérdese que la crucifixión era una pena ejemplar, para que todo el mundo supiese cuáles serían las consecuencias para todo el que se opusiera al poder romano.

Como he explicado en otro post, Jesús se opuso al pago del tributo, y esto ya de por sí es indicio de sedición. En mi opinión, no obstante, Jesús defendía una postura pasiva no violenta contra el Imperio (al estilo de Gandhi), aunque algunos de sus discípulos pudieron no interpretarlo así, como se muestra en los enigmáticos pasajes donde se menciona a las ESPADAS. Así, en la escena del prendimiento, un discípulo anónimo (que solo el evangelio de Juan identifica como Simón Pedro) saca la espada y hiere a un siervo del Sumo Sacerdote. Es más, en Lucas 22 49, los discípulos, al ver el grupo armado que se aproximaba, le preguntaron a Jesús: "Señor, ¿golpeamos con la espada?". El plural de "golpeamos" indica que eran varios los que portaban espadas y, además, significa que el uso de la violencia no estaba radicalmente prohibido por Jesús, o si no: ¿Por qué le preguntaban? ¿O por qué siquiera llevaban armas? Más aún, en otro pasaje es el propio Jesús el que insta a sus discípulos a comprar espadas (Lc 22 36) y aquí la interpretación no es metafórica como en Mt 10 34, porque dos versículos más adelante (Lc 22 38) los discípulos le preguntan a Jesús por dos espadas que había allí en el cenáculo. Lucas contradice aquí a Mateo 26 52 que pone en boca de Jesús: "Quien tome espada, morirá por la espada." Pero la verosimilitud de estos pasajes de Lucas queda confirmada por el índice de dificultad, del que ya he hablado en otro post: los evangelistas no tenían ninguna razón para inventar todo esto, puesto que ellos predicaban un Jesús absolutamente pacifista. Esta idea también es plausible de acuerdo con el contexto: los esenios de Qumrán esperaban la venida inminente del Mesías, y tenían espadas preparadas para la batalla entre "los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas". Además, solo la presencia de armas justifica la sentencia condenatoria de Pilato, ya que en otros casos posteriores -como el profeta loco Jesús ben Ananías citado por Josefo o los propios discípulos en Hch 5 40- los que revolvían al pueblo sin armas solo recibían azotes, por no ser considerados individuos realmente peligrosos.

También solo la presencia de armas explica que el contingente que va a prender a Jesús fuera armado con "espadas y bastones" (Marcos 14 43) e incluso que Pilato enviara a una "cohorte" de soldados (Juan 18 3). Desde luego es un contrasentido la versión de Lucas 22 52 en la que incluso los venerables ancianos salieron al campo a medianoche a prender a la banda de rebeldes que supuestamente eran Jesús y sus discípulos. Sorprendentemente, nadie reacciona con violencia cuando Pedro corta la oreja a un criado, como si los evangelistas hubieran querido silenciar la reyerta que tuvo que producirse. A quién le parezca increíble que unos pescadores armados con espadas se creyeran capaces de derrotar a un ejército romano bien entrenado, tiene que pensar que, en el Antiguo Testamento, hay numerosas escenas en que un pequeño grupo armado obtiene la ayuda de Dios y vence a un enemigo superior (Jonatán en 1 Sam 14 6, Gedeón o Macabeos, por ejemplo) y que Jesús enseñaba que "todo es posible al que tiene fe" (Mc 9 23). Según esto, la hipótesis más verosímil es que Jesús con sus discípulos se reunió en el Monte de los Olivos (donde la tradición judía -Zac 14 4- aún hoy cree que descenderá el Mesías) y confiaron con todo su corazón en que Yahvé obraría un milagro o enviaría una legión de ángeles para derrotar a sus enemigos. Una vez visto que Dios no iba a intervenir, probablemente Jesús ofreció su vida a cambio de liberar a los suyos, o de lo contrario no se explica que detuvieran al elemento más pacífico de la banda y dejaran escapar a los que portaban espadas.

En este sentido, los discípulos elegidos por Jesús no se caracterizaban precisamente por ser muy pacíficos. Aparte de Simón Pedro -que sacó la espada-, Simón el Cananeo parece ser que era un Zelota (Hch 1 13) y Judas Iscariote un sicario (portador de daga o sica). Los dos hermanos Juan y Santiago eran apodados "hijos del trueno", y además de querer situarse por encima de los demás apóstoles, pidieron a Jesús hacer descender fuego sobre una aldea poco amistosa (Mc 3 17). La expulsión de los mercaderes del Templo tuvo que ser, en buena lógica, la chispa que desencadenó su prendimiento, ya que ahí Jesús se manifestó en contra de las costumbres establecidas.

Se alega que Jesús era un pacifista a toda ultranza cuando predicó "poner la otra mejilla" (Mt 5 39), pero esta frase, interpretada dentro de su contexto, podría referirse tan solo a los enfrentamientos con otros judíos. Y en todo caso, Jesús predicaba un reino de paz, una vez que los invasores hubieran sido expulsados, o al menos así lo hubiera entendido cualquier judío de su tiempo.

El empeño de los evangelistas en mostrar a los judíos como culpables de la muerte de Jesús, por odio o envidia, no está suficientemente justificada. Los hechos históricos lo desmienten (aunque no se descarta una cierta colaboración de las autoridades del Templo) y es lamentable que, en consecuencia, se haya desencadenado a lo largo de siglos de historia un desprecio y persecución injustificada hacia todos los judíos. Pasemos a analizar algunos hechos.

Pilato pregunta a los judíos si quieren que suelte a Jesús. Esto contradice a la descripción de Pilato que hace Josefo -y el propio Lucas en 13 1- de que era un sujeto despiadado dispuesto a mantener el orden a toda costa. ¡Esto jamás lo preguntaría un gobernador romano si tuviese en sus manos a un culpable de sedición! Aparte de esto, la pregunta supone que a Jesús lo prendieron los romanos, porque si lo prendieron los judíos, ¿cómo iban a querer que lo soltase? ¡La pregunta supone, al menos, la posibilidad de que dijeran que sí! Juan pinta a Pilato como un memo, al que las multitudes tienen que explicar que "todo el que se hace rey se opone al César" (Jn 19 12). En todo caso, resulta cuanto menos chocante que las multitudes que lo habían recibido entre vítores seis días antes (entrada triunfal en Jerusalén), ahora reclamen su crucifixión.

Pilato pregunta a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Esto nos lleva al absurdo de que Pilato desconocía la acusación, cuando él mismo había mandado prenderlo. Es más, aunque los judíos hubieran entregado a Jesús a los romanos, Pilato seguro tendría informantes que conocerían perfectamente al que había estado alborotando la ciudad. Mateo indica que "Pilato se lavó las manos": no solo es extraño que un prefecto se declare inocente (¿ante quién?) al tiempo que ordena su maltrato, sino que el rito del lavatorio de manos ES JUDÍO.

Sí que parece plausible que las autoridades judías estuvieran divididas en cuanto a qué hacer con Jesús, como se ve en el discurso de Caifás en el Sanedrín (Juan 11 47-50) y en contra de la versión de Marcos 14, 64 -dejando aparte la dificultad de que los evangelistas hayan tenido acceso a estas reuniones a puerta cerrada. Más que odio, el discurso de Caifás muestra una decisión pragmática: "Os interesa que muera un solo hombre por el pueblo" para evitar una intervención romana sangrienta y generalizada. Incluso en este caso, queda manifiesto que las autoridades judías no tomaron la iniciativa por sí mismas, sino coaccionadas por el poder romano. Es imposible saber si la historia sobre el Judas traidor es cierta, pero en todo caso lo que parecería más verosímil es que ofreciera su traición a los romanos.

Marcos y Mateo describen un juicio cabal de Jesús ante el Sanedrín, antes de enviarlo a Pilato, mientras que Lucas lo reduce a un interrogatorio ante el Sanedrín y Juan lo deja en un simple interrogatorio por parte del suegro del Sumo Sacerdote. Estas incongruencias ya nos harían sospechar de la veracidad de la escena, si no fuera por que EL DERECHO JUDÍO PROHIBÍA TRATAR CASOS CRIMINALES DE NOCHE, y aún en estos casos, la condena debería producirse AL DÍA SIGUIENTE del interrogatorio. Además, NO SE PODÍA CONDENAR A MUERTE A NADIE BASÁNDOSE SOLO EN SU PROPIA CONFESIÓN, y por si fuera poco, Josefo afirma que EL SANEDRÍN NO PODÍA CONVOCARSE SIN PERMISO DEL GOBERNADOR ROMANO.

Por otro lado, la acusación de BLASFEMIA suponía la pronunciación ilegítima o maldición del nombre de Dios. Que Jesús pretendiera ser Mesías no se puede considerar blasfemia: hubo otros pretendientes a Mesías y a ninguno se le tachó de blasfemo, en todo caso de iluso. Tampoco el ser llamado "hijo de Dios" puede considerarse algo blasfemo. Y en el caso de blasfemia, la ley de Moisés prescribía la LAPIDACIÓN, sin tener que ser entregado a manos romanas (a pesar de que Jn 18 31 diga lo contrario). En fin, es muy extraño que una acusación religiosa conlleve la entrega de Jesús al poder político.

¿Cómo es posible que los evangelios hayan distorsionado la historia real? En primer lugar, fueron escritos mucho después, cuando apenas quedaban testigos, y lejos de Jerusalén. En segundo lugar, en el momento de su escritura la mayoría de los cristianos procedían del paganismo y eran tenidos por buenos súbditos, al contrario que los judíos que eran perseguidos por rebeldes (después de la Primera Guerra Judía). En tercer lugar, una parte de los hechos narrados ocurrieron en un contexto privado, lo cual era difícil de desmentir.

¿Y por qué habrían de hacerlo? Al igual que hoy día, la Iglesia estaba más interesada en transmitir un MENSAJE que unos HECHOS. ¡No le importaba deformar los hechos con tal de que se adaptaran mejor a un mensaje que estaba teniendo mucho éxito! Otros escritos contemporáneos de los evangelios deformaron los hechos de la vida y las palabras de Jesús en sentidos muy diferentes, y con el tiempo fueron considerados herejes. Y los escritos tachados de apócrifos no fueron incluidos en el canon de Nuevo Testamento (ver post) y fueron desapareciendo paulatinamente.

Y ya vamos a dejarlo aquí por hoy, para no alargarlo demasiado. En el próximo post analizaremos el interesantísimo asunto de la RESURRECCIÓN.

¡Hasta luego, amigos!

La mayor parte de las ideas vertidas en este post proceden del libro "La invención de Jesús de Nazaret" de Fernando Bermejo Rubio, publicado recientemente en 2018

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