¿Por qué los escritos de San Juan usan un lenguaje tan misterioso?

Buenos días a todos los interesados en descubrir los misterios de las Escrituras. Hoy abordaremos el tema que quedó pendiente en el pasado post sobre el evangelio de San Juan, en el que Jesús desarrolla larguísimos e inverosímiles discursos, repitiendo una y otra vez palabras como luz/tinieblas, verdad, vida, amor, unidad, testimonio etc. (que no aparecen apenas en los evangelios anteriores) sin aclarar exactamente qué es lo que se significan. Hablar de este evangelio nos llevará hasta el tema de las sectas iniciáticas y la reencarnación, como veréis.
San Juan en el Codex Aureus (circa 800)

El autor de este evangelio conoce evidentemente los tres evangelios sinópticos y quiere "enmendarles la plana", como denunciando que los evangelios anteriores se detienen en relatar aspectos muy "superficiales" de Jesús, y que "conocer" a Jesús es entender realmente el significado "simbólico" de estos acontecimientos. Por eso Juan selecciona solo unas cuantas escenas y las desarrolla ampliamente, acompañándolas de discursos que las interpretan. Curiosamente Juan no incluye escenas tan importantes como la concepción y nacimiento de Jesús, su bautismo, la institución de la Eucaristía o el Padrenuestro. La fundación de la Iglesia la traslada al final de su evangelio, cuando Jesús resucitado se aparece a Pedro y le encarga "apacienta mis ovejas" (Jn 21 15-17). Algunas parábolas -que según los sinópticos, la gente no entendía su significado- Juan las transforma en alegorías, como por ejemplo la parábola de la oveja perdida (Mt 18 12-14) se transforma en el discurso sobre el Buen Pastor (Jn 10), y la parábola del viñador (Mt 12 1-12) se transforma en el discurso sobre la Vid y los sarmientos. Así pues, Juan -al igual que Lucas- subordina la verdad histórica a la verdad teológica.

Para Juan, Jesús es el enviado (la Palabra o Sabiduría de Dios preexistente, de la que ya hemos hablado en otro post) que viene a revelar el conocimiento y luego retorna al Padre. Jesús es, por tanto, el "iluminado" ideal: conoce perfectamente de dónde viene y cuál es su destino y su misión. La muerte como sacrificio expiatorio para el perdón de los pecados -que es tan central en la teología de San Pablo- aquí no interesa apenas a Juan (parecido a Lucas) más que como aceptación de su destino. También como en Lucas, Juan Bautista pasa a un segundo plano: es solo un presentador que anuncia al "Cordero de Dios", aunque el evangelista Juan reconoce que, hasta que Jesús no envía al Espíritu, los apóstoles no terminaron de comprender el significado simbólico de todos los hechos de su vida. Así pues, para comprender a Jesús se necesita "un Espíritu", es decir, una llave o clave hermenéutica que se entrega solo a los verdaderos discípulos y es desconocida al común de la gente. En cuanto se recibe el Espíritu y el conocimiento de Jesús, ya se recibe la salvación AQUÍ Y AHORA (Jn 3 18.36), por lo que a Juan no le interesa la resurrección final como restauración aquí en la tierra de un paraíso o reino de Dios. Esto puede parecer una novedad, pero los esenios del Qumrán ya decían (en los antiquísimos manuscritos allí descubiertos) que los "hijos de la luz" ya estaban salvados y que los ángeles vivían entre ellos.

Cuando es escrito el evangelio de Juan (años 90 dC) el cristianismo es netamente una religión diferenciada del judaísmo, lo que explica que presente a los judíos como "hijos del Diablo" (Jn 8 44), olvidando que Jesús y sus discípulos lo eran. El evangelio de Juan presenta un cristianismo "sublimado" aún más alejado de la religión judía que la doctrina de Pablo de Tarso, de la que hablaremos en otro post. Sin embargo, el evangelio de Juan presenta similitudes con doctrinas judías marginales, elaboradas en ciertos círculos intelectuales selectos, como la teología de Filón de Alejandría, judío muy helenizado contemporáneo de Jesús, que fue en realidad el primero en hablar del Logos o Palabra de Dios. De hecho, se conservan los escritos de Filón porque fueron considerados "afines" por la Iglesia primitiva, la cual, una vez asentada en el poder después del emperador Constantino (siglo IV) se dedicó a hacer una "limpia" de todos los documentos que consideraba "heréticos" u opuestos al cristianismo. De esta "quema" se salvaron también todos los escritos de Platón y sus discípulos, pues la doctrina del hombre tripartito compuesto de cuerpo-alma-espíritu fue asimilada por Pablo de Tarso en sus cartas.

Digo todo esto porque es curioso cómo se integraron las doctrinas paganas de Platón con el judaísmo, en Alejandría, una ciudad muy cosmopolita que presumía de atesorar todo el conocimiento del mundo en su famosa Biblioteca (abandonada y destruida poco a poco a lo largo de los siglos III y IV). Para hacer posible esta integración, había que INTERPRETAR EL TEXTO SAGRADO y no tomarlo al pie de la letra. Esto es justamente lo que hacían/hacen/hacemos los cristianos: buscar en el Antiguo Testamento la figura de Jesús profetizada o representada en diversos personajes. Y esto es lo que afirma Juan en su evangelio: los hechos de Jesús necesitan ser INTERPRETADOS. Por ejemplo, los milagros son SIGNOS, al estilo de la conversión del agua en vino en las Bodas de Caná. Así, con este primer milagro (Jn 2 1-12) Juan quiere indicar que LOS RITOS DEL JUDAÍSMO (el agua de las tinajas era usada para las abluciones o lavados rituales) SON SUSTITUIDOS POR LOS RITOS CRISTIANOS (vino = eucaristía). Esta idea es repetida una y otra vez: en la siguiente escena de la purificación del Templo (Jn 2 13-22), Jesús sustituye los sacrificios de animales por su propio sacrificio. Luego (Jn 3 1-11), a Nicodemo (fariseo distinguido) le dice que no basta con ser judío para salvarse sino que "hay que nacer de nuevo" etcétera.

El evangelio de Juan utiliza una terminología binomial (luz/tinieblas, arriba/abajo, carne/espíritu, etc) usada por los GNÓSTICOS (ver mi post sobre el Evangelio de Tomás). La "gnosis" (literalmente significa "conocimiento") no es propiamente una corriente cristiana, sino que en todas las religiones ha habido -y hay- unas minorías que se consideran "selectas" por haber profundizado más que el común de la gente en los misterios de su religión. A partir del finales de siglo 1º (cuando se escribe el evangelio de Juan) comienzan a aparecer también sectas cristianas "gnósticas" que se basan en este evangelio, pero llevando su interpretación aún más allá, como ahora diremos. Los escritos cristianos de esta época (cartas de Juan, de Pedro, a Tito, a Timoteo, Apocalipsis etc) combaten fieramente a estos "herejes" que al parecer tenían mucho éxito y se estaban llevando a los cristianos a su secta.

¿Cuáles eran las ideas principales del gnosticismo cristiano? Las conocemos por los numerosos escritos que las combaten, pero también por manuscritos que han aparecido en el último siglo (conservados casi milagrosamente en climas desérticos extraordinariamente secos) y que escaparon a la "limpieza" que efectuó la iglesia a partir del siglo IV, como por ejemplo el Evangelio de Tomás (que hemos citado en el anterior post), el de Judas y otros escritos apócrifos que comentaremos en otro post, porque el tema da que hablar.

Los gnósticos parten de una oposición radical entre el bien y el mal (idea que se suele denominar maniquea por una religión gnóstica surgida en el siglo III). El mal está en la materia, en la creación, por lo que Dios no es el creador, sino un ser surgido de él por envidia, que Platón llama Demiurgo en su libro Timeo. El mundo de la materia es como un reflejo (pero pervertido) del mundo celeste -perfecto- siguiendo la idea del mito de la caverna de Platón. Los gnósticos consideran que el Yahvé del Antiguo Testamento es un dios malvado, odioso, tirano, vengativo y es opuesto al Dios Padre de Jesús. Sin embargo, consideran que el hombre fue creado con una "chispa" divina en su interior, que le provoca el anhelo de retornar a Dios. Así pues, para los gnósticos, todos los hombres llevamos a Dios dentro (idea muy actual), solo que hay que descubrirlo, aunque los gnósticos de los siglos I y II afirmaban que "no todos los hombres son capaces de comprenderlo" por lo que clasificaban a los hombres en tres categorías: los materiales (identificados quizás con las tribus más primitivas), los psíquicos (capaces de una cierta comprensión gracias a su alma racional) y los espirituales o pneumáticos (los que pueden alcanzar el conocimiento perfecto gracias al Espíritu). En esta clasificación vemos un reflejo del hombre tripartito de Platón que antes hemos mencionado, y que San Pablo usa en sus cartas. La carne es polvo y se ha de deshacer, por lo que los gnósticos no creen en la resurrección de los cuerpos, sino que (siguiendo las ideas de Platón) es solo el ALMA la que sobrevive a la muerte, aunque cabe la posibilidad (certeza para algunos) de que este alma se REENCARNE en otro cuerpo. Por cierto, que la creencia en la reencarnación era común en la época de Jesús, ya que por ejemplo Herodes creía que Jesús era Juan Bautista que había vuelto a la vida y otros pensaban que Jesús era la reencarnación de alguno de los profetas, quizás Elías, el más grande de todos (Mt 16 14).

De hecho, algunos gnósticos opinaban que Jesús, ese ser divino, no era compatible con la materia, por lo que defendían que su encarnación era solo "apariencia" (docetismo) y que su muerte fue solo "simbólica" (quizás por eso San Juan omite la encarnación y da poca importancia al sacrificio de Jesús). En consonancia, decían que las apariciones de Jesús resucitado eran solo "espíritus" (como un fantasma) y, por contraponer, los escritos del nuevo testamento más tardíos insisten en presentar a un Jesús resucitado corporalmente. Los gnósticos no creían tampoco en un juicio final ni en un infierno, sino que las almas que no alcanzaran la "iluminación" deberían reencarnarse y continuar su proceso de aprendizaje en la Tierra, es decir, la famosa frase "el infierno está aquí". (Estas ideas, según yo percibo, están resurgiendo en nuestros días). La actitud de la mayoría de los gnósticos ante la vida es la de rechazo de los placeres, lo que les solía conducir a una vida ascética de oración, aunque algunos tomaban excusa de que "los pecados quedan en el cuerpo y no afectan al alma" para realizar toda suerte de actos inmorales, según los escritos de los Padres de la Iglesia (siglos II y III). En todo caso, los gnósticos estaban lejos de ser una secta homogéna, sino que se dividían en multitud de grupos, según la interpretación que cada uno le daba a los escritos, ya sean canónicos (los incluidos en la Biblia) o apócrifos (los que ellos mismos componían para dar cuerpo a sus doctrinas). Un caso extremo y muy curioso es el citado Evangelio de Judas, según el cual, éste fue el único apóstol que comprendió la verdadera misión de Jesús, y le ayudó a despojarse de su cuerpo, entregándolo a manos de los judíos. Los gnósticos, opuestos a la sexualidad en general, consideran que tanto el hombre como la mujer pueden llegar a este conocimiento perfecto, y así podemos entender el siguiente versículo del Evangelio de Tomás:

«Cuando hagáis de los dos uno, y hagáis el interior como el exterior y el exterior como el interior y lo de arriba como lo de abajo, y cuando establezcáis el varón con la hembra como una sola unidad de tal modo que el hombre no sea masculino ni la mujer femenina... entonces entraréis en el Reino»

En línea con este pensamiento, los gnósticos suelen otorgar una gran importancia a María Magdalena (de la que se dice que fue a vivir al sur de Francia, donde está enterrada, y allí surgieron en la edad media sectas como los Cátaros de cierto contenido gnóstico) y aunque a veces se afirme que era la esposa de Jesús -basándose en el evangelio apócrifo de Felipe, aparecido en 1945 en Nag Hammadi, que dice que Jesús la besó en la boca- esto hay que rechazarlo, no solo porque los gnósticos más perfectos rechazaban el matrimonio, sino porque el beso en la boca representa para ellos la transmisión del verdadero conocimiento. Lo que sí hay que ver aquí es el importante papel de la mujer en estas congregaciones, que profetizaban igual que los hombres (y en esto también encontramos paralelos en las 7 cartas auténticas de Pablo, no en las pseudónimas, como ya hablaremos otro día).

Para terminar, hablemos de la autoría de este evangelio y de los otros escritos atribuidos a San Juan. Comúnmente se le atribuyen cinco libros, a saber: el Evangelio, las tres cartas y el Apocalipsis. Éste último hay acuerdo casi unánime de que no procede de la misma mano que el Evangelio, por su estilo e incluso su contenido, sino de otro cristiano llamado también Juan. El autor del Cuarto Evangelio se suele identificar con el "discípulo amado" anónimo que aparece cinco veces en él, del que se dice que es Juan el Apóstol (el hijo de Zebedeo y hermano de Santiago). Sin embargo, el autor parece utilizar material anterior y reelaborarlo de acuerdo con sus ideas teológicas, por lo que no parece haber sido discípulo directo de Jesús. Entonces ¿por qué no da el nombre de ese "discípulo amado"? Quizás porque consideraba al apóstol Juan como el discípulo modélico, al que todos los cristianos deben imitar. Curiosamente, ¡este evangelio tampoco da el nombre de la madre de Jesús!

De las tres cartas de Juan, la primera presenta similitudes con algunos añadidos al Evangelio de Juan (algunos retoques que fueron añadidos para evitar la interpretación gnóstica del mismo, como Jn 5 28 o Jn 6 39 que insisten en la resurrección de la carne), por lo que se suele aceptar que fue redactada por un discípulo próximo al primer Juan, y su objetivo es claramente combatir las interpretaciones gnósticas que se estaban haciendo. Las otras dos cartas dicen al inicio ser obra de un tal "Juan el Presbítero", que ya algunos autores cristianos del siglo 1º diferenciaron claramente de Juan el Apóstol. Como presbítero en griego significa anciano, los piadosos cristianos pensaron que se trataba de Juan el Apóstol que aún estaba vivo hacia el año 100 en que fueron escritas estas cartas. Pero en realidad la palabra presbítero hacía referencia en las primeras comunidades al "consejo de ancianos" que las gobernaban, a imitación de las comunidades judías.

A pesar de ello, en conjunto, todos los escritos atribuidos a San Juan tienen numerosos puntos en común, por lo que se consideran que son obra de una "escuela" o "comunidad joánica" que pudo surgir en Samaria (lugar de predicación de Pedro y Juan) y emigrar a Éfeso, donde se desarrolló al margen de las comunidades paulinas, aunque en el siglo II se integró en la Gran Iglesia, lo que permitió que sus escritos sobrevivieran.

En resumen, y para terminar, el evangelio de San Juan fue compuesto por una comunidad de cristianos independientes, con ideas propias, que aunque más tarde se integró en la Iglesia Oficial, fue el punto de partida de diversas sectas mistéricas.

Y hasta aquí por hoy. Ha sido un post denso y un poco largo, que quizás abre más interrogantes que dudas resuelve, por lo que estaré encantado de leer vuestras preguntas y comentarios. En todo caso, os invito a pinchar en los links que he incluido y hacer vuestras propias averiguaciones.

Como siempre, agradezco a Antonio Piñero y a tantos investigadores que hayan dedicado décadas de su vida a escudriñar los escritos antiguos para que nosotros podamos ahora acceder a este conocimiento de forma directa.

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