¿Es el Evangelio de Tomás el quinto evangelio?

Saludos, fervientes seguidores. Sabéis que en este blog me gusta sacar temas polémicos, y analizarlos desde el punto de vista crítico-histórico, abriendo las diferentes posibilidades de interpretación para que cada cual se forme su propia opinión. El Evangelio de Tomás es quizás la pieza más famosa de las aparecidas en Nag Hammadi en 1945, e incluso de todos los evangelios apócrifos, pero pocos la han leído en su integridad, a pesar de que es breve: son unas 100 sentencias que en letra tamaño 12 puntos ocupan unos 7 folios. No es un evangelio narrativo: podemos decir que el "evangelio narrativo" es un género literario que comenzó con el evangelista Marcos hacia el año 70, y tuvo tanto éxito que después de él surgieron muchos otros evangelios narrativos, no solo los cuatro evangelios canónicos.

A decir verdad, solo existe una narración pagana similar a este género literario que podríamos llamar "evangelio" y es la "Vida de Apolonio de Tiana", escrita por Filóstrato en el siglo III, aunque presenta claras influencias de los evangelios cristianos. Fuera de la civilización cristiana, algunos estudiosos han visto parecidos estilísticos entre los evangelios narrativos y las "Vidas de Buda" que cuenta hechos, dichos y milagros de este personaje.

Por el contrario, el Evangelio de Tomás es un conjunto de dichos o logia (palabras) de Jesús, sin apenas contexto. Quizás lo más llamativo es que no hace ninguna referencia a la Pasión de Jesús: ni su muerte ni su resurrección. En este sentido, parece un documento único, pero hay indicios de que los primeros cristianos manejaron colecciones de dichos como esta. En principio esos dichos circularían en pequeñas hojas volantes, como notas de apoyo para la predicación o la catequesis, y más adelante fueron recopilados, sin orden, en documentos más extensos.

Si bien la estructura del Evangelio de Tomás es muy singular, su contenido no es totalmente novedoso, pues aproximadamente la mitad de sus sentencias aparecen también en los evangelios canónicos, sobre todo Mateo y Lucas, aunque con pequeñas variaciones. Esto, en opinión de los estudiosos, convertiría al Evangelio de Tomás en el documento más cercano a la misteriosa "fuente Q", el documento hipotético en el que se basaron tanto Mateo como Lucas para redactar sus escritos, aparte del propio evangelio de Marcos. Voy a aclarar esto.

La Pasión de Mateo y Lucas es muy similar a la de Marcos, pero en la parte narrativa, Mateo y Lucas incluyen escenas que no aparecen en el evangelio de Marcos, y en la mayoría de ellas coinciden casi al pie de la letra. Para explicar estas concordancias, se ha propuesto que Mateo y Lucas obtuvieron su información de la tradición oral, pero todos sabemos o imaginamos la cantidad de variaciones que se producen cuando un contenido se transmite de forma oral, y es inverosímil tanta coincidencia literal entre Mateo y Lucas. Más bien tuvieron delante un evangelio primitivo (llamado Q por la inicial de Quelle "fuente" en alemán), desconocido por Marcos, en el que solo aparecen palabras de Jesús. Quizás el redactor del Evangelio de Tomás también tuvo delante este escrito Q, lo que sería un punto más a favor de su existencia.


Lucas parece ser el que ha respetado más el orden original de la fuente Q. Hay secciones enteras del evangelio de Lucas que provendrían de esta fuente, como el capítulo 11 -salvo contados versículos- donde aparece el Padrenuestro y la parábola de la lámpara, por ejemplo. En general se puede decir que casi todo el material de la fuente Q está incluido en una "pequeña intercalación" entre Lc 6 20 y Lc 7 35 (el relato de las Tentaciones y el Sermón de la Montaña") y el gran "viaje a Jerusalén" desde Lc 9,57 hasta Lc 17 37. Es más, podría suponerse que Lucas ha suprimido alguna parte del evangelio de Marcos para dar cabida a este material de la fuente Q y que su escrito pudiera manejarse cómodamente en DOS ROLLOS DE PAPIRO. Mateo, por su parte, ha mezclado este material con el de Marcos y algún otro material propio, para constituir un evangelio estructurado según un plan definido de antemano, y que quizás desarrollemos en otro post.

Para responder a la pregunta del título, lo primero que debemos aclarar es el significado de la palabra "evangelio", que viene del griego eu-aggélion, que en realidad son dos palabras que significan "buena noticia". En el Nuevo Testamento, esta palabra parece sinónima de kerigma ("proclamación") y de didaché (pronunciado didajé, significa "doctrina o enseñanza"), salvo al comienzo del evangelio de Marcos, donde parece ya significar lo mismo que actualmente: "relato ordenado de la vida de Jesús". En el caso del Evangelio de Tomás, sin embargo, debemos quedarnos con la primera acepción, porque no hay ningún relato y no parece seguirse ningún orden lógico. Con respecto a la autoría, no se dice que el evangelio haya sido escrito por Tomás, sino que recoge las palabras (secretas) que Jesús dirigió a Dídimo Judas Tomás (ver mi post sobre los nombres de los apóstoles).

No es desde luego el evangelio de Tomás el "quinto evangelio" en el sentido de que sea el único, aparte de los cuatro canónicos. Otros evangelios se han conservado de forma continuada desde su composición en los primeros siglos de la era cristiana, como por ejemplo el "pseudo Tomás" que narra la natividad y la infancia de Jesús. La composición de este evangelio se basa en la narración de la natividad de Lucas, enriqueciéndola con algún dato procedente de la tradición y numerosos hechos fantásticos que, incluso, nos muestran a un niño Jesús que castiga de forma desproporcionada y realiza milagros con la mayor facilidad. Este tipo de evangelios apócrifos (no canónicos) han sido conservados y transmitidos por la propia Iglesia Católica, que aunque censura la mayor parte de su contenido, sí extrae de ellos algunos datos como los nombres de los padres de la Virgen María: Joaquín y Ana.

Pero muchos otros evangelios, considerados heréticos por la Iglesia Católica, fueron destruidos, sobre todo a partir del emperador Teodosio (379-383), último emperador en gobernar el Imperio Romano íntegro antes de su fractura. Este emperador prohibió el proselitismo y las reuniones de arrianos, maniqueos y todo tipo de herejías. En este contexto, unos monjes gnósticos del Alto Egipto, unos 100 kilómetros al norte de Luxor (la antigua capital Tebas), escondieron en un ánfora 13 códices de papiro con textos cuidadosamente seleccionados y organizados para esta ocasión, la sellaron con betún y la enterraron en una zona poco frecuentada. Según los especialistas, sería como una "cámara del tiempo" en la que los monjes propietarios de los libros quisieron enviar un mensaje al futuro, confiando en que vendrían tiempos menos hostiles en los que sus creencias pudieran tener cabida.

Durante el siglo primero, la mayoría de los textos bíblicos y apócrifos circulaba en forma de rollos de papiro. El pergamino era un material mucho más caro y duradero, y se utilizaba de forma más limitada para conservar los textos considerados sagrados. A mediados del siglo II se acabó imponiendo el formato "códice" que es equivalente a los libros actuales: las hojas de papiro se doblaban formando cuadernillos y éstos se cosían por un lateral. Los cristianos usaron los códices para sus textos sagrados mucho antes que los judíos.

Todos estos documentos encontrados casualmente en las proximidades de la actual ciudad egipcia de Nag Hammadi describen pormenorizadamente las creencias gnósticas de los monjes que los redactaron, curiosamente de la misma época y lugar que las comunidades de San Pacomio, el que se tiene por fundador de las primeras órdenes monásticas. Está totalmente descartado que estos escritos pertenecieran a alguna de estas comunidades, pero sí pudiera ser que San Pacomio reclutara monjes entre las comunidades gnósticas del Alto Egipto, proscritas por la Iglesia Católica y llamadas a desaparecer.

Es en este contexto en el que hay que entender el Evangelio de Tomás, y por lo tanto, aunque sea coetáneo o incluso anterior a los evangelios canónicos, nunca podría incluirse en el canon del Nuevo Testamento de la Iglesia Católica, al igual que el resto de los documentos de la misma biblioteca, como el Apócrifo de Juan o el Evangelio de Felipe pertenecientes al mismo códice que el evangelio que nos ocupa, por citar algunos.

El gnosticismo estaba lejos de ser una corriente homogénea dentro del cristianismo, aunque los gnósticos compartían unas creencias comunes que paso a describir. Ante todo, rechazaban a la jerarquía católica como garante de la tradición recibida de los apóstoles, pues decían contar con textos procedentes también de los apóstoles que mostraban otras enseñanzas diferentes. También rechazaban que la salvación provenga de la muerte y resurrección de Cristo sino más bien de las enseñanzas recibidas por su medio. Una vez alcanzado este conocimiento o gnosis (en griego) la salvación (que ellos llamaban metafóricamente "resurrección") se alcanza de manera inmediata y definitiva.

De gnosis deriva la palabra española "agnóstico" que significa el que se declara "carente de conocimiento"

Este conocimiento consiste, básicamente, en que una chispa divina está encerrada en muchos seres humanos. Esta chispa o "espíritu" proviene de Dios y desea volver a reencontrarse con su origen divino y ser Uno con Dios. Los gnósticos desarrollaron una compleja mitología para explicar porqué es eso así, y lo hicieron -grosso modo- basándose en el Antiguo Testamento, en especial el Génesis, pero interpretándolo de forma muy diferente.

Así, ellos diferenciaban entre el Dios Padre y un dios creador inferior, denominado Demiurgo por Platón en su obra "Timeo" y en otras varias. Este dios inferior, identificado a veces con el Yahvé del Antiguo Testamento, creó el mundo material donde habita el pecado y el sufrimiento. Por tanto, los gnósticos rechazaban el mundo creado y lo manifestaban generalmente mediante prácticas ascéticas y rechazando la procreación. Nunca tuvieron aspiraciones políticas y vivían una vida de oración, tanto hombres como mujeres. Algunos defendían incluso que Jesucristo era el mismo Dios y que su humanidad, así como su muerte y resurrección, eran solo aparentes (docetismo). En un formato corto, como este post, no puedo detenerme más, pero en un futuro quizás os explique un poco más estas creencias.

Como pequeña muestra, para que os dé gana de leer el Evangelio de Tomás -lleno de espiritualidad y misterio- voy a incluir algunos fragmentos, traducidos con ciertas licencias para su mejor comprensión:

3. (...) El Reino está dentro de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y os daréis cuenta que sois los hijos de Padre Viviente. Si no os conocéis a vosotros mismos, entonces vivís en deficiencia y sois deficientes.

18. (...) Donde está el principio, allí estará el fin. Dichoso el que está levantado sobre el principio, él conocerá el fin y no gustará de la muerte. 

22. (...) Cuando hagáis lo de dentro como lo de fuera y lo de fuera como lo de dentro, y lo de arriba como lo de abajo, y también hagáis al varón y a la mujer en uno solo, para que el varón no sea ya varón ni la mujer sea ya mujer (...) entonces entraréis en el Reino.

27. Si no ayunáis del mundo, no encontraréis el Reino (...)

29. Si la carne surgió del espíritu, es una maravilla. Si el espíritu ha surgido del cuerpo, maravilla de maravillas es. Mas yo me maravillo de esto: cómo esta gran riqueza fue puesta en esta pobreza.

47. No es posible que un hombre monte dos caballos y tense dos arcos y no es posible que un siervo sirva a dos señores (...)

49. Bienaventurados los solitarios (literalmente monachós, en griego "monjes") y los elegidos porque encontraréis el Reino, pues de él procedéis y de nuevo iréis allí.

51. Le dijeron sus discípulos: ¿Qué día tendrá lugar la resurrección (o el reposo) de los muertos? Él les dijo esto: "Lo que esperáis, ya ha llegado, pero vosotros no lo conocéis" 

52. Le dijeron sus discípulos: Veinticuatro profetas hablaron el Israel y todos hablaron de ti. Él les dijo esto: "Habéis dejado al que vive en vuestra presencia y os habéis puesto a hablar de los muertos."

A pesar de lo que pudiera parecer, algunos gnósticos como Valentín o Marción tuvieron muchísimos seguidores provenientes de las comunidades cristianas. De hecho, ambos estuvieron en la primera mitad del siglo II predicando dentro de la Iglesia Católica hasta que fueron excomulgados. Los gnósticos consideraban a los cristianos normales como poseedores de una "fe imperfecta" que tenía que evolucionar hasta el "conocimiento perfecto" y para esto se apoyaban en numerosos textos de San Pablo, interpretándolos también de forma diversa a la tradicional. Por momentos pareció que el pensamiento gnóstico fuera a imponerse dentro del cristianismo (sobre todo en oriente y especialmente en Egipto), pero los combativos Ireneo de Lyon, Policarpo de Esmirna, Eusebio de Cesarea, Epifanio de Salamina y otros padres de la Iglesia consiguieron inclinar la balanza hacia lo que hoy consideramos la interpretación "tradicional" de las escrituras. El punto definitivo fue la alianza con el poder imperial a partir de Constantino, en el siglo IV, lo que puso toda la maquinaria del Imperio al servicio de la Iglesia, para erradicar por la vía de la fuerza la propaganda y la liturgia de estos cristianos.

Pero la gnosis nunca desapareció del todo. Algunos movimientos heréticos, como Prisciliano de Ávila o los Cátaros albiguenses (puedes leer su historia en mi post), tomaron algunas ideas de los gnósticos, y por ello defendieron el ascetismo y denunciaron los excesos de la jerarquía eclesiástica. Incluso hoy día, los masones podrían tener un ritual de iniciación parecido al que tuvieron los gnósticos, el cual solo nos es conocido por indicios.

No obstante, algo de los gnósticos ha quedado en la Iglesia de hoy. Empezando por algunos escritos como el evangelio de San Juan (el favorito de los gnósticos, ver mi post), el vocabulario empleado por algunos escritos de San Pablo (tanto los auténticos como los atribuidos a él) e incluso algunos dogmas como la Santísima Trinidad: los gnósticos creían que todo en el universo estaba formado por triadas, por ejemplo, siguiendo a Platón, los gnósticos creían que el ser humano estaba formado por cuerpo, alma y espíritu.

En suma, el Evangelio de Tomás puede considerarse el exponente más conocido del cristianismo gnóstico: una forma diferente de interpretar las escrituras y de vivir en el mundo, que durante tres siglos convivió y rivalizó con la Iglesia, mediante combates exclusivamente dialécticos, hasta que la conversión del Emperador al cristianismo acabó con la libertad de culto.

Como material para extraer algunas de las ideas que he expuesto, he utilizado los libros "Los evangelios gnósticos" de César Vidal (escritor y locutor de la COPE), "La biblioteca gnóstica de Nag Hammadi y los orígenes cristianos" de Francisco García Bazán y, cómo no, la "Guía para Entender el Nuevo Testamento" de Antonio Piñero.

Quiero reiterar mi agradecimiento a todos los investigadores españoles que han dedicado muchos años de estudio a descifrar estos documentos, y han divulgado sus conclusiones usando nuestro común idioma.




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