¿Por qué algunas Iglesias celebran la Navidad el 6 de enero?

Estimados seguidores. El tema de hoy tiene mucho que ver con la astronomía, uno de mis temas favoritos. Al parecer, el origen de la fecha de la Navidad es una tradición según la cual Jesús murió el mismo día del calendario en que fue concebido, pero resultó difícil determinar el día exacto en que murió, ya que la Pascua judía se celebra de acuerdo con un calendario lunar (luni-solar estaría mejor dicho), que no se corresponde con el calendario solar actual de una manera unívoca. Veamos esto un poco más despacio.


Los primeros cristianos celebraban la Pascua a la par que los judíos
, es decir, el 14 del mes de Nisán. Dado que los meses judíos comienzan con la Luna nueva, el día 14 cae siempre en Luna llena, teniendo en cuenta que el ciclo lunar es de aproximadamente 29 días y medio. Pero eso significa que 12 meses lunares son solo 354 días, faltando aún 11 días para los 365 días (y pico) del año solar. Para que el calendario lunar no se fuera adelantando continuamente con relación al calendario solar, los sacerdotes judíos decretaban, de vez en cuando, un mes lunar extra para que el mes de nisán fuera siempre el mes del comienzo de la primavera. El día que comienza la primavera se denomina equinoccio, y es el día que tiene las mismas horas de luz que de oscuridad (si no tenemos en cuenta la claridad del alba y del anochecer, cuando el sol no es visible). Pero los sacerdotes judíos antes del año 359 no se regían por ninguna regla fija basada en cálculos astronómicos, sino por observaciones visuales, lo cual hace muy difícil averiguar en qué fecha del calendario solar cayó el 14 de nisán de aquel año 30 dC --¡Y por si fuera poco, tampoco el año es seguro!--. Por contraste, los musulmanes siguen un calendario lunar fijo, independiente del año solar, por lo que el mes de ramadán, por ejemplo, se adelanta cada año unos 11 días.

El Concilio de Nicea del año 325 decidió desvincular la Pascua cristiana de los cálculos judíos, y ligarla de forma definitiva al calendario solar. Sin embargo, no se quiso prescindir totalmente de ḷos ciclos lunares, decretando que el Domingo de Resurrección sería el primer domingo después de la primera Luna llena de la primavera, es decir, posterior al equinoccio. Ahora bien, la fecha del equinoccio de primavera no era fija en el calendario Juliano, ya que éste cometía un pequeño error en la determinación de los años bisiestos. Aquel año 325, al igual que en la actualidad, el equinoccio de primavera ocurrió el 21 de marzo, pero se fue adelantando un día cada 128 años, aproximadamente.

El calendario Juliano estuvo en vigor desde el año 45 aC hasta 1582, año en el que entró en vigor la reforma gregoriana en Italia, España y Portugal, y a la que luego se fueron agregando muy lentamente el resto de países (Gran Bretaña y sus colonias norteamericanas no lo admitieron hasta 1752). El problema del calendario Juliano es que establecía un año bisiesto cada cuatro años, agregándose un día extra al final del mes de febrero, que en aquella época era el último del año, lo que suponía una duración de 365,25 días por año. El calendario Gregoriano, gracias a la ayuda de Galileo Galilei, estableció la duración del año más exactamente en 365,2425 días, lo cual supone unos 11 minutos de diferencia al año con el calendario Juliano. Para compensar esa diferencia, el papa Gregorio XIII eliminó algunos años bisiestos, concretamente los que terminan en 00 (fin de siglo), salvo los que sean múltiplos de 400 (como el pasado año 2000), que sí lo son.

Pero hubo que hacer un ajuste adicional. El año 1582 el equinoccio de primavera ocurrió el 11 de marzo, diez días antes de lo establecido en el Concilio de Nicea. El papa Gregorio ordenó suprimir estos diez días del calendario, pasando directamente del 4 de octubre al 15 de octubre de 1582, de modo que en el año 1583 el equinoccio cayera de nuevo el 21 de marzo, y la Pascua se celebrara el día correcto, de acuerdo con las determinaciones del Concilio de Nicea. Con el tiempo, el calendario gregoriano se ha convertido en el calendario universal, lo que no quita que diversas religiones o Iglesias continúen determinando sus fiestas por otros calendarios distintos. Por ejemplo, las diversas iglesias ortodoxas orientales celebran la Navidad el 7 de enero, que coincide actualmente con el 25 de diciembre del calendario juliano, y la Iglesia Armenia el 6 de enero.

Han sido diversos los cálculos que se han intentado hacer para descubrir la fecha del nacimiento de Jesús, basados en los turnos de sacerdotes del Templo, ya que según el evangelio de Lucas, Isabel estaba embarazada de seis meses (Lc 1 26) cuando María concibió y, también según el mismo evangelista (Lc 1 8), el esposo de Isabel estaba oficiando en el Templo pocos días antes de concebir a su hijo Juan el Bautista. De acuerdo con lo establecido en el libro de las Crónicas, los sacerdotes se organizan en 24 turnos semanales, con lo que a Zacarías tuvo que tocarle en el mes de junio, y por tanto Juan Bautista debió nacer en marzo. De aquí se deduce que Jesús tuvo que nacer en septiembre (u octubre), fecha compatible con el hecho de que los pastores estaban pasando la noche al aire libre, cuidando de sus rebaños. Sin embargo, Juan Cristóstomo (siglo IV) afirmó que Zacarías estaba sirviendo en el templo del día de la expiación o Yom Kippur, en septiembre, de donde se dedujo (quizás erróneamente) que Juan Bautista nació en junio y, consiguientemente, Jesús nació en diciembre (o enero). 

Para determinar el día exacto, se sigue una tradición anónima que afirma que «Nuestro Señor fue concebido el mismo día en que murió», basada en una tradición judía que afirma eso mismo de los profetas. Según algunos cálculos, murió entre el 25 de marzo y el 6 de abril, por lo que la celebración de su nacimiento se fijaría nueve meses después, es decir, entre 25 de diciembre y el 6 de enero. Visto así, se ve cuán endebles son los argumentos a favor de una u otra fecha, y lo cierto es que no se sabe qué día nació Jesús porque los primeros cristianos no celebraban su nacimiento, hasta finales del siglo III. 

¿Por qué acabó fijándose el 25 de diciembre? No se sabe a ciencia cierta, pero era tradición desde el año 217 aC (derrota de los romanos en el lago Trasimeno frente a los cartagineses) que se celebrasen las fiestas saturnales en honor al dios Saturno durante los 5-7 días posteriores al 17 de diciembre, con regalos a los familiares y amigos, banquetes y velas. Estas fiestas se acabaron fusionando con la celebración del solsticio de invierno, la noche más larga del año, un día de gran esperanza, ya que a partir de ella se iniciaba el acortamiento de las noches que pronosticaba el comienzo de la primavera y el buen tiempo. Cuando Julio César estableció su calendario en el 45 aC, el solsticio de invierno cayó el 25 de diciembre. Sorprendentemente, cuando se celebró el Concilio de Nicea, el solsticio ya se había adelantado al 21 de diciembre, y sin embargo, se continuaba celebrando el 24 como la noche más larga, del mismo modo que actualmente el 24 de junio se celebra la "noche de San Juan" como la más corta del año, aunque en realidad la noche más corta es el 21 de junio. 

Bien es cierto que las fiestas saturnales ya habían decaído a finales del siglo III (antes del Concilio de Nicea), y precisamente el emperador Aureliano (270-275 dC) quiso unificar su imperio bajo el lema "un dios, un imperio", restaurando en el día del solsticio de invierno el culto de un indeterminado Sol Invictus, al que podían adherirse todas las naciones y religiones. A los padres conciliares les pareció excelente hacer coincidir la fiesta del nacimiento del Sol Invicto con el nacimiento de Jesús, que de algún modo puede considerarse también como el Sol Invicto, por su victoria sobre la muerte en su resurrección. Es decir, en cierto modo el emperador Constantino al convocar el Concilio de Nicea retomó la idea de Aureliano de que la religión podía ser un modo de unificar un imperio que amenazaba con disgregarse. Por todo ello -como ya afirmé en mi post sobre si Jesús tenía hermanos- podemos estar de acuerdo con algunos críticos (como William J. Thige) en que el nacimiento de Cristo ya se venía celebrando el 25 de diciembre antes del Concilio de Nicea. Curiosamente, la celebración de la Navidad fue prohibida por ciertas congregaciones protestantes durante varias décadas del siglo XVII, por considerarla un invento de los papas y la prolongación de tradiciones paganas.

Como conclusión, es bonito ver a casi toda la humanidad celebrando unas fiestas llenas de amor, paz y esperanza, intercambiando regalos que simbolizan nuestros buenos deseos y reuniéndonos con nuestros seres queridos. Personalmente considero positiva la evolución de la fiesta, al desacralizarla y permitir que se integren en ella personas de todas las culturas y credos, para que la religión deje de ser un motivo de separación entre los seres humanos.

Hasta pronto.

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