¿Es la culpa un sentimiento benéfico?

Queridos amigos. Creo que todos estaremos de acuerdo en que la culpa no es un sentimiento positivo, y sin embargo, muchas veces en nuestra vida cotidiana "echamos la culpa" a alguien, esperando que "reconozca su culpabilidad". Es más, desde los siglos IV-V la Iglesia se ha esforzado en defender el dogma del Pecado Original, de acuerdo con Rom 5 19 que dice: "En efecto... por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores...". De ese modo, la Iglesia defiende el bautismo de los niños recién nacidos y la necesidad de la redención para todo ser humano. La insistencia en la idea de pecado y culpa se hace con la sola intención de producir arrepentimiento y salvación, pero a veces determinadas personas quedan atrapadas por el sentimiento de culpa y esto se puede llegar a manifestar físicamente en forma de enfermedades.

En efecto, en libros como "La enfermedad como camino" (Thorwald Dethlefsen, 1983) se describen las manifestaciones psicosomáticas de la culpabilidad: enfermedades reumáticas (capítulo XI), depresión (capítulo XIII), cáncer (capítulo XIV). El sentimiento de culpa, muchas veces inconsciente, se transforma en un autocastigo, por ejemplo en forma de dolor. Según este autor, muchos sentimientos de culpa provienen de sentirnos responsables de sentir una agresividad que es continuamente reprimida para que no salga al exterior, y la solución sería tomar conciencia de nuestro malestar interior y dejarlo salir de una forma aceptada socialmente. El reumatólogo Manuel Martínez-Lavín (autor de "Cuando el dolor se convierte en enfermedad", 2006), piensa que la gran falacia de la medicina occidental ha sido dicotomizar las enfermedades en físicas y mentales, por lo que la medicina holística se convierte en la esperanza para las enfermedades llamadas "incurables". El holismo es el estudio de los sistemas como un conjunto y no solo como la suma de las partes que los componen.

Otra autora de renombre, Louise Hay, cuenta su propia experiencia: cómo le desapareció un cáncer de vagina al trabajar la actitud de PERDÓN. Ella dice que "fuera de hacernos sentir mal, la culpa no tiene la menor finalidad. Pero lamentablemente, a muchísimos de nosotros se nos manipuló cuando éramos niños mediante la culpa para que nos portáramos bien. Consiguientemente, pensamos que la única forma de conseguir algo de los demás es haciéndolos sentir culpables". También están todas aquellas personas que, por el motivo que fuere, han aceptado la culpa de no valer lo suficiente. Louise Hay recomienda el método de las afirmaciones positivas como «Me amo y me acepto exactamente tal como soy», para disolver la culpa.

También Jesús curó a un paralítico, afirmando que sus pecados estaban perdonados:"En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡ Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados.»" Mateo, 9 - Biblia Católica Online. He escuchado a veces que la Iglesia interpreta este pasaje como que "los pecados de este hombre le tenían paralizado". Es una variante de lo que afirma Dethlefsen en su libro, cuando dice que "el reumático se esfuerza por dominar sus impulsos agresivos". Esto es más evidente en ciertas manifestaciones reumáticas, en las que la mano se cierra en forma de puño. Si consiguiéramos que el enfermo no se sintiera culpable de sus sentimientos y los expresara libremente, haciendo las paces con su entorno, quizás se iniciara el proceso de sanación. Entra dentro de lo posible que algunas de las curaciones que realizó Jesús se expliquen mediante procesos psicosomáticos de este tipo (ver mi post sobre este tema)

¿Nacemos con este sentimiento de culpa? ¿Es inevitable? Según el punto de vista de Louise Hay que acabamos de exponer, la culpa se nos inculca durante la niñez. Sin embargo, en el Génesis, el pecado de Adán y Eva produce un castigo sobre todos sus descendientes, que de modo incomprensible son también partícipes de la culpabilidad de Adán. Las corrientes renovadoras dentro del judaísmo interpretan la caída como el primer acto de libre albedrío del hombre y enseñan generalmente que los humanos nacen libres de pecado y puros y luego eligen pecar llevando el sufrimiento a sus vidas. Solo las corrientes más ortodoxas de judaísmo defienden que Adán es el culpable de todo el mal que hay en el mundo, lo cual es compatible con lo anterior, ya que una gran parte de ese mal es debido al mal uso del libre albedrío del ser humano. En el Islam no hay nada parecido al pecado original, más bien se afirma que "nadie cargará con la culpa ajena" (Sura 17, v. 15)

La idea de que todos nacemos culpables le parecía tan descabellada al monje Pelagio que recorrió el Imperio Romano proclamando su falsedad. Ya he desarrollado en otro post lo poco que se sabe de este personaje, por lo que aquí simplemente desarrollaré sus ideas: aún si Adán no hubiera pecado, hubiera muerto; los niños nacen en el mismo estado que Adán antes de pecar; antes de la venida de Jesucristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado; es suficiente el cumplimiento de la Ley de Moisés para obtener la salvación. Pudiera ser que la doctrina de Pelagio tuviera su base en el estoicismo pagano. La Iglesia, por el contrario, proclamó en el Concilio de Cartago (418) que sin la gracia recibida en el bautismo es absolutamente imposible realizar buenas obras, y que aún bautizados, todos debemos reconocernos pecadores, no por falsa humildad sino con toda verdad. Está claro que para la doctrina de la Iglesia el sentimiento de culpabilidad es un eje esencial, para a continuación administrar el perdón que ella monopoliza.

En el Antiguo Testamento, cualquier desgracia que sobreviniera era interpretada como un castigo divino por la culpa, como en Génesis 6 13:"Dijo, pues, Dios a Noé: «He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra." o también en la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gn 19 15). Igualmente puede ocurrir hoy día a personas piadosas, que piensen que Dios les castiga por su culpa mediante las enfermedades que le sobrevienen. Y si alguien le predica el perdón de Dios y poco a poco las enfermedades sanan, esta persona quedará convencida de que todo lo que se le predica es cierto. 

Sin embargo, volviendo al libro "La enfermedad como camino", en el capítulo V se afirma: "La enfermedad es la señal de que el ser humano tiene pecado, culpa o defecto; la enfermedad es la réplica del pecado original a escala microcósmica, pero no tiene nada que ver con una idea de castigo." En efecto, en páginas anteriores el autor explica que para él, la caída de Adán consiste en "elegir entre el bien y el mal" (que él llama polaridad y que también podríamos llamar libre albedrío), ya que Gn 3 5 afirma por boca de la serpiente: "seréis conocedores del bien y del mal". La resolución del sentimiento de culpa sería volver a la unidad original, a la inocencia de una mascota o de un niño pequeño, a la desaparición de la dualidad Bien/Mal. "El ser humano es pecador y culpable, pero esta culpa lo distingue, ya que es señal de su libertad" termina diciendo Thorwald Dethlefsen. 

La polaridad Bien/Mal entró en el Judaísmo (y de ahí al Cristianismo y al Islam) a través de la influencia del Zoroastrismo, según explica Yuval Noah Harari en su best-seller "Sapiens, de animales a dioses", capítulo 12. El Zoroastrismo fue una religión de gran éxito durante el primer mileno aC en especial en la región del Oriente Medio. La eterna batalla entre el Dios del Bien -Ahura Mazda- y el Dios del Mal -Angra Mainyu- se incorporó a las religiones monoteístas a través de la figura del Diablo o Satanás (ver mi post sobre este tema). Este dualismo se extendió a los conceptos cuerpo-alma y cielo-infierno, y tuvo una especial influencia en los cristianos gnósticos, que afirmaban que el pecado era consecuencia de una falta de iluminación, ya que es imposible pecar para los que son uno con Dios (ver mi post sobre el Evangelio de Tomás). En el judaísmo primitivo, los difuntos bajan al Sheol (similar al Hades griego), sin una clara distinción entre alma y cuerpo o entre buenos y malos, en espera de una resurrección y juicio final. Por ejemplo, en Génesis 39 35, el patriarca Jacob afirma: «Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo». En todo caso, el castigo eterno ha sido una herramienta muy eficaz de las religiones monoteístas para hacer adeptos, y de este miedo nace el sentimiento de culpa, la duda de no ser lo suficientemente bueno. La meditación, para tomar conciencia de lo que es presente y real, es el remedio que proponen los nuevos gurús, como Eckhart Tolle (autor de "El poder del ahora"), para superar este miedo y sus consecuencias.

En fin, lo que está claro con todo esto es que la culpa es destructiva y que de un modo u otro tenemos que liberarnos de ese sentimiento, que puede llegar a manifestarse físicamente. 

Espero que os haya ayudado.

 


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