¿Desde cuándo es Jesús el Hijo de Dios?

Buenas noches, queridos seguidores.

Hoy quiero aportar algunas ideas que he descubierto recientemente en torno al tema ¿Desde cuándo es Jesús el Hijo de Dios? En principio, la pregunta choca, ¿no es verdad?


Hace algunos años, un amigo no creyente me hizo observar que no hay ningún texto en los evangelios en el que Jesús diga directamente y en primera persona: "Yo soy el Hijo de Dios". En verdad, hay algunos diálogos como en Mt 26, 64 (juicio del Sanedrín) en el que Jesús contesta al Sumo Sacerdote: "Sí, tú lo has dicho" cuando le conjura a que diga si es el Hijo de Dios. Pero la gran mayoría de las veces son diversos personajes, o incluso los demonios, los que confiesan: "Tú eres (el) Hijo de Dios".

Dejando aparte la dudosa autenticidad del juicio del Sanedrín (que desarrollaré en otra ocasión, a propósito del tema del prendimiento y juicio de Jesús), llama en efecto la atención que Jesús no haya proclamado abiertamente su filiación divina en alguna de las numerosas ocasiones en que predicaba al pueblo. Además, ser considerado Hijo de Dios en el pueblo judío no era blasfemia, sino más bien un reconocimiento de santidad. En efecto, todo el pueblo de Israel era considerado como hijo de Dios (Sab 18 13), sobre todo cuando su comportamiento era justo y confiaba en Dios como padre.

La hipótesis que manejan los analistas de los textos del Nuevo Testamento es que el grupo de creyentes fue tomando conciencia de modo paulatino de la divinidad de Jesús, a lo largo del primer siglo. Fueron precisamente los cristianos que vivían en un mundo helenizado (las comunidades fundadas por San Pablo) los que fueron siempre más allá en esta divinización de Jesús, mientras que los judeocristianos, residentes en Jerusalén principalmente, se mostraron más remisos a quebrantar el monoteísmo de la religión judía. Estos judeocristianos se vieron barridos del mapa después de la Gran Revuelta judía (años 66-70), lo que removió definitivamente el último obstáculo para que Jesús se convirtiera en la segunda persona de la Trinidad.

No obstante, los textos que nos han llegado conservan numerosas pistas que nos permiten reconstruir la evolución cristológica. El tema podría desarrollarse mucho más ampliamente, pero para ser más claro y ameno, me limitaré a unas cuantas pinceladas.

En primer lugar, analicemos el discurso de Pedro el día de Pentecostés en Hch 2 36. Este parece ser una de las primeras prédicas del Kérigma o Buena Noticia. Después de afirmar que "Dios le resucitó" dice "Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús", con lo que parece que da a entender que Dios ha sentado a su derecha a esta persona que, hasta la fecha de su muerte, era plenamente humana, como premio por su sacrificio expiatorio y por toda su vida, en general. En la tradición judía, Henoc y Elías fueron arrebatados hasta la presencia de Dios antes de morir, y Moisés también, aunque en este caso después de su muerte. Por tanto, Pedro en este discurso pone a Jesús a la altura de las principales figuras del Antiguo Testamento, pero no afirma que Jesús sea Dios o Hijo de Dios, es decir, no afirma nada descabellado que un judío no pueda aceptar.

No me quiero detener mucho en cada texto, así que paso al segundo, que es el inicio del evangelio de Marcos. Este evangelio, el más antiguo (del que tanto Mateo como Lucas toman muchos pasajes, aunque modificándolos en redacción y organización), omite toda la infancia de Jesús y comienza directamente con el bautismo. En Mc 1 11, justo después de ser bautizado, se oye una voz del cielo que dice: "Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco." Es decir, hacia el año 70, la comunidad para la que escribe Marcos aceptaba que Jesús fue constituido hijo de Dios -por adopción- en el momento en que inició su vida pública. Hasta ese momento había sido un hombre normal. La fórmula utilizada es muy similar a la que utilizaban los habitantes del Imperio Romano para adoptar, por ejemplo, cuando Julio César adopta a Octavio (posteriormente llamado Augusto) como hijo. Convocaba una reunión de los notables, que actuaban de testigos, y les presentaba a su nuevo hijo: "Este es mi hijo". Es difícil para nosotros entender la dimensión profunda de este acto con nuestro concepto de adopción actual. El hijo adoptado era a todos los efectos igual que un hijo carnal, y habitualmente se esperaba a que fuera adulto y diera señales de ser digno de dicho nombramiento. De hecho, Octavio heredó el trono del Imperio, y cuando Julio César fue declarado Dios, después de su asesinato, Augusto se hizo llamar "Hijo de Dios". Así pues, tampoco para los habitantes del Imperio Romano la expresión "Hijo de Dios" era algo inaudito o blasfemo.

La frase que Marcos hace aparecer del cielo es sorprendentemente parecida a un salmo que se recitaba el día de la entronización del Rey de Israel, Sal 2 7: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy". Los oyentes de Marcos conocían sobradamente este salmo, por lo que entendieron que Jesús fue proclamado Mesías y aspirante al trono de Israel el día de su bautismo.

Sin querer enredarme mucho, ya que podéis pedirme aclaraciones a través de los comentarios, paso al tercer texto. Mateo y Lucas comienzan sus evangelios con la el nacimiento de Jesús. Mt 1 18 dice "antes de empezar a estar juntos, [María] se encontró encinta por obra del Espíritu Santo". Es decir, Mateo y Lucas retrotraen la divinidad de Jesús hasta el momento de su concepción. Y sin embargo, nada dicen de su preexistencia, como veremos en el último texto. Era costumbre en la antigüedad dotar de nacimientos prodigiosos a personas que habían llevado una vida ejemplar, como por ejemplo Buda, Platón, Alejandro Magno o incluso el mismísimo emperador Augusto. También hay nacimientos prodigiosos en el Antiguo Testamento, como Isaac o Samuel. Lo que singulariza el nacimiento de Jesús es que su madre era virgen, y esto al parecer estaba profetizado por Isaías 7 14. Sin embargo, un estudio atento de los textos nos indica que el original de Isaías dice "El Señor os dará una señal: una joven está encinta y dará a luz un hijo", pero luego en la versión griega llamada "de los setenta" se cometió un error de traducción al sustituir "joven" por "virgen".

Dejemos aquí de momento el tema de la virginidad de María, que desarrollaremos en otro post, y pasemos al último de los textos. El evangelio de Juan se abre diciendo: "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios" y un poco más adelante, en Jn 1 14, dice "La Palabra se hizo carne". Es decir, Juan hace retroceder la divinidad de Jesús hasta el principio de los tiempos, y por tanto ya podemos hablar propiamente de "encarnación" de un ser preexistente. De nuevo este es un concepto que no era extraño a los paganos, que estaban acostumbrados a escuchar historias sobre dioses que se materializaban y mantenían relaciones con los humanos sin que éstos sospecharan su divinidad. Este concepto de "encarnación" dio pie a pensamientos, luego considerados heréticos, como el Docetismo, que afirmaba que Jesús fue hombre solo en apariencia, y que por tanto su muerte no fue real. Pero de las herejías hablaremos otro día.

Este concepto de Juan de que "al principio existía la Palabra (logos) y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios" recuerda a muchos estudiosos al concepto de la divinidad que tenían unos creyentes llamados gnósticos (ver mi post sobre el Evangelio de Tomás). De hecho, a lo largo del evangelio de Juan encontramos muchas ideas gnósticas que desarrollaremos en otro momento. La Gnosis de hecho no es una creencia propiamente cristiana, sino más bien judía, la cual pudo heredarla de otras religiones orientales. La Gnosis tiene también muchos puntos en común con el Platonismo pagano. Pues bien, la Gnosis postula que, antes de la Creacion, Dios coexistía con sus cualidades personificadas, como la Sabiduría, la Justicia, etcétera, pero la más importante era su Pensamiento, que de alguna manera era también Dios pero diferente de él. No pretendamos comprenderlo a la perfección, pues precisamente una de las razones que históricamente han limitado el éxito de la Gnosis es su complejidad intelectual. Sin embargo, Juan difiere de los gnósticos en una afirmación radical: "La Palabra se hizo carne" pues los gnósticos pensaban que la materia tenía un origen perverso, opuesto a Dios, y que para salvarse y ser admitido en el cielo después de la muerte había que huir de los placeres materiales.

En conclusión, a través del estudio de los textos vemos que Jesús de Nazaret, personaje tan admirado y reverenciado en vida, fue progresivamente elevado a los cielos después de su afrentosa muerte. Mientras que los más agnósticos ven en este proceso una invención de la Iglesia naciente, los más creyentes lo interpretan como un descubrimiento progresivo, fruto de la reflexión sobre la persona de Jesús. Yo dejo abierta la interpretación, pues mi única motivación es, como dije en mi primer post, descubrir las verdades históricas.

Hasta pronto.

Agradezco a Antonio Piñero y a Fernando Bermejo, y en general a todos los estudiosos, que han dedicado tantos años de su vida a recopilar y organizar los descubrimientos realizados por toda una pléyade de investigadores de las escrituras. Sus libros me han servido de maestros y guías en esta aventura.

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