¿Cuáles son las cartas auténticas de San Pablo?

Buenas noches, estudiosos y estudiosas de la Biblia. Hoy nos centraremos en la parte más antigua y más genuina del Nuevo Testamento: las cartas del apóstol Pablo. Mientras que muchos libros del Nuevo Testamento fueron escritos con una intención catequética -lo cual ha podido deformar los hechos históricos para acomodarlos a los conceptos teológicos- las cartas de Pablo son expresiones espontáneas de su fe, con la intención de solucionar los problemas prácticos de las comunidades a las que se dirigía. Las cartas no estaban remitidas a individuos sino a comunidades (incluso la de Filemón) y estaban pensadas para ser leídas en voz alta en la asamblea. Estas cartas tuvieron tanto éxito que pronto se copiaron y distribuyeron entre todas las comunidades, y otros muchos imitaron su estilo, desarrollando también conceptos teológicos en forma de carta. Algunos -para darles el sello de la autoridad- no las firmaron con su propio nombre, sino que las pusieron bajo el nombre de un apóstol de renombre, como Pedro o Pablo. Este fenómeno de la "pseudonimia" ya lo he aclarado en otro post y es el que da lugar a que algunas cartas no sean realmente de San Pablo.
Ilustración de un manuscrito del siglo IX

En principio se incluyeron en el Nuevo Testamento 14 cartas de este apóstol, aunque la autoría de la epístola a los Hebreos nunca se atribuyó a Pablo de forma unánime. Eso nos deja 13 cartas, de las cuales solo 7 tienen los rasgos literarios y la teología de Pablo, y de ellas, tres van incluso firmadas de su puño y letra (1 Cor 16 21; Gal 6 11; Flm 19). Las seis restantes muestran diferencias de lenguaje que se atribuyen -según los defensores de la autoría paulina de todas las cartas- a que Pablo las dictó (lo dice en Rom 16 22) a diferentes personas, las cuales dejaban en la carta la impronta de su estilo personal. Pero en las cartas auténticas encontramos rasgos de improvisación -correspondientes a ir dictando una carta- como frases sin acabar, temas que cambian sin que quede claro el desarrollo anterior, expresiones familiares o poco claras... que no aparecen en las que no son auténticas, mucho más reflexionadas y organizadas. Además del lenguaje, también hay diferencia de contenido: las cartas no auténticas son posteriores a la muerte de Pablo, muestran una teología más evolucionada -que más adelante detallaremos- y resuelven problemas que no existían en la Iglesia más primitiva. Donde sí hay bastante consenso -incluyendo muchos estudiosos católicos- es en que las epístolas llamadas "pastorales" (1ª y 2ª de Timoteo y la de Tito) no fueron escritas por Pablo.

Vamos a comenzar repasando brevemente las cartas auténticas y luego las contrastaremos con las pseudónimas.

La carta más antigua es la 1ª a los Tesalonicenses escrita hacia el año 51 dC, probablemente desde Éfeso. En ella Pablo trata de responder a las dudas que le habían planteado los fieles de Tesalónica con respecto a la segunda venida de Jesús. Seguramente algunos hermanos de la comunidad habían fallecido y se preguntaban si podrían participar del Reino cuando Cristo regresara. Pablo les responde que no se preocupen, que ellos resucitarán en primer lugar y luego todos serán arrebatados en los aires (1 Tes 4 13-17). Por el tono de la afirmación se deduce que Pablo esperaba un regreso inminente de Jesús, de modo que la mayoría estarían todavía con vida. Esta creencia debe haber sido muy general entre los primeros creyentes, lo que explicaría la escasa organización de las comunidades y la ausencia de escritos que presenten la doctrina de una forma completa y ordenada. ¡Nada de esto tiene sentido si el fin del mundo va a ocurrir de un día para otro!

La segunda carta fue la de los Gálatas, escrita hacia el año 54, probablemente también en Éfeso. Esta carta no está dirigida a una localidad en concreto, pues Galacia es una región en el centro de la actual Turquía, donde había varias localidades con comunidades. En esta carta Pablo empieza a desarrollar su doctrina sobre la Ley de Cristo (Gal 6 2), que -para los conversos desde el paganismo- sustituye a la Ley de Moisés. Así, Gal 3 6-9 destaca que Abraham fue salvado (justificado) por su fe, cuando aún no había sido dada la Ley por mano de Moisés. También al comienzo de esta carta, Pablo relata su "conversión" (él más bien dice "llamada" en Gal 1 15s, puesto que no se convierte a ninguna religión distinta del judaísmo) y su primer breve encuentro con Pedro. Pablo confiesa en este pasaje que "el evangelio que predico no lo recibí o aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo." (Gal 1 11-12) ¡Si hoy día alguien predicara una doctrina cristiana distinta de la oficial y dijera que "le ha sido revelada directamente por Jesucristo" sería tachado inmediatamente de iluso y hereje! Pues eso fue lo que le ocurrió a Pablo: su nueva doctrina causó rechazo entre los judíos más ortodoxos, y en cambio encontró una acogida excelente entre los paganos. Pero nunca fue el objetivo de Pablo crear una religión nueva, distinta del judaísmo, diseñada especialmente para paganos, como hemos dicho ya en otro post.

La propia carta a los Filipenses -entre otras- dice que ha sido escrita desde la prisión, pero su contenido no corresponde con la prisión de Pablo en Cesarea (del 58 al 60 dC) o en Roma (del 61 al 63 dC), por lo que se ha especulado con un tercer periodo de prisión del 55 al 57 aproximadamente. Filipos era una colonia romana al noreste de la actual Grecia, cerca de Tesalónica, que con frecuencia le enviaba ayuda a la prisión (Flp 4 10ss) por lo que se supone que Pablo no debía estar lejos de Filipos, posiblemente en Éfeso.
Ruinas de Éfeso (Turquía)

Recientes estudios confirman que el himno a la Kenosis de Filipenses 2 6-11, parece ser un escrito independiente que Pablo introdujo en su carta. En él aparece la preexistencia de Cristo (Flp 2 7) que es una idea propia del evangelio de Juan, según vimos en otro post, y pudiera haberse filtrado desde la misteriosa "comunidad joánica" que existía en Éfeso antes de la llegada de Pablo (Hch 19 1) como hemos indicado en un post anterior.

La siguiente carta -brevísima- es la dirigida a Filemón, donde trata el tema de la esclavitud. Pablo no está en contra de la esclavitud ni pretende iniciar un nuevo orden social. Tan solo predica que los esclavos sean sumisos a sus amos y que los amos les traten con justicia. Esta mentalidad es lógica si Pablo sigue creyendo que el fin del mundo es muy cercano.

La quinta carta auténtica de Pablo, en orden cronológico, es la 1ª a los corintios. Es una carta que trata de resolver las divisiones internas de la comunidad de Corinto, capital de Acaya. En ella recalca que la Ley judía que prohibía comer de los sacrificios ofrecidos a los dioses paganos no tiene sentido, puesto que esos dioses no son nada (1 Cor 8 1-13). Según parece, en la comunidad de Corinto había cristianos judaizantes que querían imponer los alimentos kosher. En el extremo opuesto estaban los cristianos libertinos que afirmaban: "Todo me es lícito" (1 Cor 6 12) pensando que no importa pecar, pues Cristo lo perdona todo. En esta carta también tenemos el primer testimonio de la celebración de la Cena del Señor -que después se llamaría Eucaristía- pero curiosamente confiesa que esta tradición "la ha recibido del Señor" (1 Cor 11 23) lo que podría interpretarse como que Jesús le reveló directamente a Pablo la significación del pan y el vino, ya que evidentemente los apóstoles venían celebrando este memorial desde antes de la conversión de Pablo (Hch 2 42).

Esta comunidad de Corinto, como otras comunidades paulinas (Hch 13 1), no tenía una estructura jerárquica organizada, sino que había MAESTROS (catequistas o predicadores) y PROFETAS (personas inspiradas que decían hablar en nombre de Jesús). En 1 Cor 14 23 Pablo ruega orden en las asambleas para que no parezca una casa de locos, y esto no sería necesario si hubiera un obispo o presbítero que dirija la comunidad, como lo había en Filipos (Flp 1 1).

La 2ª carta a los corintios encontramos secciones con bruscos cambios de tono (2Cor 6 14 a 7 1 y también los capítulos 10-13), que hace pensar que se trata de dos (o tres) cartas inicialmente separadas.

La última carta escrita por Pablo es la dirigida a los Romanos, probablemente desde Corinto en el año 57, antes de regresar a Jerusalén y ser detenido, y sin embargo es la primera que aparece en el Nuevo Testamento. En ella desarrolla más pormenorizadamente los conceptos sobre la ley que aparecen en Gálatas, y dice claramente que el ser humano no puede por sí mismo cumplir la ley y salvarse del pecado, como creen los judíos. De Rom 5 12-21 se deduce la doctrina del "pecado original" (desarrollada por San Ireneo mucho después) del que solo la gracia de Jesucristo nos puede sacar. En Rom 14 1 y siguientes versículos, Pablo distingue dos tipos de cristianos: los fuertes (que son más libres porque su conciencia está más desarrollada) y los débiles (que aún creen que es necesario cumplir ciertos preceptos para salvarse, aparte de la Ley del Amor). Esto recuerda a los dos tipos de personas que predicaban los GNÓSTICOS: los psíquicos y los neumáticos, tal y como hemos explicado en otro post.

Estas siete cartas fueron escritas en un lapso de tiempo relativamente pequeño, unos seis años (entre 51 y 57), lo que en realidad da poco tiempo para una mayor maduración de ideas. En todo caso, las ideas teológicas de Pablo son muy coherentes en todas estas cartas, sin menoscabo de que en algunas se desarrollen algunos puntos con más detalle que en otras.

Dejando aparte la epístola a los Hebreos, tenemos seis cartas que probablemente fueron escritas por discípulos muy cercanos a Pablo, pocos años después de la muerte de éste -ocurrida durante la persecución de Nerón en el año 64-, por lo que serían ya contemporáneas de los evangelios, alrededor del año 70 u 80. Son las epístolas a los Efesios, a los Colosenses y la 2ª a los Tesalonicenses. Su estilo e ideas es tan parecido al de las siete primeras que hay lugar para la duda, y no son pocos los que defienden la autoría paulina. En todo caso, el autor o autores conocen en profundidad las primeras cartas de Pablo.

Uno de los argumentos para descartar la autoría de Pablo es la temática, que aborda nuevos problemas que surgen en la Iglesia en esta etapa final de siglo, como son la organización interna de la Iglesia, la oposición al gnosticismo creciente y la situación del cristianismo como una nueva religión netamente separada del judaísmo. YA NO SE ESPERA LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO COMO ALGO INMINENTE y se ve como necesario organizar la Iglesia como una institución que puede perdurar durante bastante tiempo, lo que implica el nombramiento de cargos eclesiásticos que preserven la doctrina recibida de las desviaciones que algunos pretenden introducir, y que resuelvan las disputas internas, en cuanto a la interpretación de los textos.

Otro argumento es el vocabulario, en el que se observa una mayor aparición de términos procedentes del paganismo, como por ejemplo cuando se hacen listas de virtudes o pecados que resuenan a las predicaciones de los estoicos (hay cinco listas de este tipo en el Nuevo Testamento y ninguna en las siete cartas auténticas de Pablo) o cuando se opone la religión cristiana a las religiones de misterios (sin citarlas expresamente, pero usando los mismos conceptos y vocabulario), según veremos a continuación.

Así, en la 2ª carta a los Tesalonicenses se repite, con pequeñas variaciones, las afirmaciones de la 1ª carta, pero con un cambio importante: el fin del mundo no es inminente (2Tes 2 2):"que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor." Esa "carta presentada como nuestra" podría ser la 1ª carta de Pablo a los Tesalonicenses, que afirma que la mayoría estarían vivos cuando regresara Jesús en su segunda venida (1Tes 4 15). Al parecer, algunos en Tesalónica consideraban que no merecía la pena trabajar si el fin del mundo estaba tan próximo (2Tes 3 10-12). Seguidamente, esta segunda carta habla de la llegada de un misterioso Impío (2Tes 2 3ss) que nos recuerda a las expresiones del Apocalipsis -un escrito muy tardío, de finales de siglo. La gran cantidad de coincidencias con la primera carta hace suponer que el autor copia cierto material, pero que esto lo haga el propio Pablo es un poco sorprendente, y más aún lo sería si cita de memoria. Si no se admite que la carta la escribió un discípulo de Pablo ¡supone un cambio de pensamiento e incluso de lenguaje bastante radical en un corto lapso de tiempo!

La epístola a los Colosenses va dirigida a la pequeña población de Colosas (suroeste de la actual Turquía) que no había sido evangelizada por Pablo en persona (Col 2 1). En un determinado momento surgen ciertas ideas novedosas (Col 2 4): la presencia de intermediarios entre Dios y los hombres, seres angélicos o emanaciones divinas que se pueden identificar con el Pléroma o Plenitud (Col 2 9) que predicaban los GNÓSTICOS (ver mi post sobre el Evangelio de Tomás). El autor los llama "Principados y Potestades", y se predicaba que había que darles culto ciertos días (Col 2 16) mediante la abstención de ciertos alimentos. En Frigia -la región de Colosas- convivían muy diversas religiones y la tendencia al "sincretismo" o fusión de distintas creencias era grande. Para combatir esta herejía, el autor de la carta inventa el símil del cuerpo: Cristo es la cabeza y la Iglesia es su cuerpo (Col 1 18), y ambos se unen directamente sin intermediarios, junto con otra idea que tampoco aparece en las cartas paulinas anteriores: el Universo fue creado directamente por Cristo (Col 1 16) y no por emanaciones divinas, como predicaban los gnósticos. En Col 2 12 también afirma algo bastante novedoso: el bautizado "ha resucitado ya", lo que podría asimilarse a algunas religiones de misterios en las que el iniciado simulaba una muerte y una resurrección. Otra evolución podemos verla en Col 1 23 donde el autor se presenta como "ministro del evangelio", y se puede entender que su ministerio es luchar por la conservación de la doctrina, papel que corresponde a la presencia de obispos o epíscopos (literalmente: vigilantes) en las comunidades cristianas. Esta autopresentación tan grandiosa y solemne de Pablo sería más lógica en un momento en que su figura se idealiza y venera, después de su muerte. En suma, todos los rasgos de esta epístola reflejan las circunstancias de un cristianismo más tardío.

Por su parte, incluso una lectura superficial de la carta a los Efesios nos hace percibir un tono muy distinto a la cercanía y calidez de las auténticas cartas paulinas -obsérvese el arquetípico encabezamiento y la breve despedida-. Los manuscritos más antiguos -de los siglos III y IV- ni siquiera citan a los Efesios como destinatarios de la carta, sino un saludo más general: "A los santos y fieles en Cristo Jesús" (Ef 1 1). Tampoco parece lógico que diga "he oído de vuestra fe en Cristo Jesús" (Ef 1 15) a una comunidad con la que convivió unos tres años (del 54 al 57 aproximadamente). Por su contenido, más que una carta con la intención de resolver algún problema concreto, parece más bien un tratado de Teología, y desde luego gustó mucho a los autores cristianos posteriores, que la citaban con frecuencia.

Tanto en Colosenses como en Efesios la palabra Iglesia ha evolucionado en su significado: ya no es una asamblea local (por ejemplo Rom 16 1) sino el conjunto universal de los creyentes (Ef 3 10) que forma como un templo (Ef 3 21). Precisamente la alusión al templo podría permitirnos datar esta carta con posterioridad a la destrucción del Templo de Jerusalén (año 70 dC), ya que esta ausencia de un lugar donde sacrificar planteaba serios problemas a los judíos, incluso a los que habían aceptado a Jesús como Mesías. Más concretamente, el versículo Ef 2 14 "Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad" podría hacer referencia al muro que separaba el atrio de los gentiles del interior del templo -reservado en exclusiva a los judíos. Este muro fue derribado durante la Primera Gran Guerra Judía (66-70 dC) que enfrentó al Imperio Romano y a los rebeldes judíos, de modo que aquí la carta a los Efesios hablaría de la superación del odio provocado por las atrocidades de la guerra.

La epístola a los Efesios tiene muchos puntos en común con la de los Colosenses, y recuerda vagamente a algunos puntos del Cuarto Evangelio (redactado a finales del siglo): los creyentes son hijos de la luz (Ef 5 8) y ya han sido resucitados (Ef 2 6) de algún modo. Pero al mismo tiempo, la epístola a los Efesios introduce algunos cambios como -por citar alguno- "enraizados en Cristo" (Col 2 7) pasa a "fundamentados en los apóstoles y profetas" (Ef 2 20), supongo que para evitar que alguno, diciéndose inspirado por Cristo, introdujera modificaciones a la doctrina. Por otra parte, los estudiosos han encontrado numerosas coincidencias literales entre la carta a los Efesios y las cartas a los Romanos, Gálatas y Corintios, como si el autor de los Efesios tuviera delante de él dichas cartas y fuera cogiendo algunas ideas que le parecían importantes. Todo esto nos lleva a que el autor de la carta a los Efesios es uno diferente a los de las cartas anteriores.

Como ya la extensión de este post está resultando excesiva, dejaré para otro día (ver post) el comentario de las cartas Pastorales (Tito y Timoteo): os va a resultar muy interesante entender por qué los protestantes las rechazan.


Como conclusión, aunque se haya demostrado que existen cartas pseudónimas, eso no les quita valor. Al ser aceptadas dentro del Nuevo Testamento, la Iglesia en su conjunto afirma que contienen verdades valiosas. Eso sí, su valor debe relativizarse, porque lo que en ellas se afirma corresponde a una evolución teológica, muy acertada para su tiempo y del que seguramente podemos extraer conclusiones para nuestros días, pero no con una significación literal absoluta. Estudiar el contexto en el que fueron escritas a mí me ha ayudado, personalmente, a entender mejor ciertos pasajes misteriosos, pero opino que a veces -por desconocimiento- se sacan de contexto por determinados predicadores actuales, llegando a conclusiones exageradas.


La fuente de información principal de este post es el libro de Antonio Piñero "Guía para entender el Nuevo Testamento", de la editorial Trotta (2006)














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